Votos cautivos ... por Rafael Fenoy


En el caldero del electoralismo, siempre se han cocido habas. Cosa nada extraña, porque al fin y al cabo, dígase lo que se diga, lo importante es alcanzar el poder del ente estatal correspondiente, sobre todo para las grandes corporaciones políticas, para los grandes sistemas partidarios. Conocer lo que ha venido aconteciendo permite identificar el fenómeno ligado a estos procesos denominado voto cautivo. Cómo explicar que después de un desgaste importante en la acción de gobierno, después de adoptar medidas antipopulares, después de mantener en estado crítico la economía de una sociedad durante décadas; aun se cuente con respaldos electorales cercanos al 40% según dicen las encuestas. Y es que quienes tiene vocación de permanencia en el poder mantienen tratos de “favor” sobre determinados colectivos, para que estos perciban como amenaza, a sus intereses particulares, el triunfo de una oposición, que de momento no sólo no les garantiza la situación de bienestar de que gozan, sino que corren el riesgo de que los contrarios, de llegar a ser vencedores, la deteriore. Este electorado, merced a sus perspectivas de empeorar, si se producen cambios, se encuentra cautivo del gobierno de turno.

Hace 150 años los grandes partidos lo tenían bastante más fácil que ahora, ya que el censo electoral era muy, pero que muy corto. Los datos aportados por Raymond Carr, investigador especializado en la historia moderna española, son elocuentes: En 1865, votan en España solamente los que pagan más de 200 reales de contribución directa. Algo más de 400 mil, en una población de 16 millones de personas. Es decir el 3% de la población (nobleza, empresarios, propieta­rios, funcionarios) se impone al 97% restante, a través del voto electo­ral. Y su distribución es bastante cómoda para controlar el voto, ya que en los 349 distritos electorales, la media se situaba entre 200 y 500 electores; los más pequeños en Galicia (100-200 electores) y los más grandes, Barcelona o Ma­drid, contaban con 1000 y 2000. A esto se le unía que “casi la mitad del censo electoral estaba com­puesto por empleados municipales y del gobierno o por personas pen­sionadas por este último”. Así, si en 1849 los empleados civiles se calculaban en 103.000 y en 2014 su número estaba alrededor de 2.600.000, los porcentajes con respecto al censo electoral respectivo eran del 24% hace 150 años y del 7,22% ahora. Naturalmente no existen automatismos que necesariamente liguen el voto cautivo al funcionariado, evidentemente no es así, no obstante a un sector del mismo, directamente ligado a la suerte que corran sus actuales “jefes”, se deben sumar aquellas personas que obtienen subvenciones, subsidios, etc… que estas sí, ante el miedo a perderlos, apuestan por el que está y no por el por-venir. Con la extensión del voto a familias enteras, antes imposible, aumenta el peso del Voto Cautivo en cada cita electoral. De eso saben y mucho los grandes aparatos de los partidos, verdaderas máquinas electorales.

Fdo. Rafael Fenoy Rico





12 de marzo de 2015
comentarios gestionados con Disqus

El Rincón de...

El Rincón de Contreras El Rincón de María El Rincón de Calvente El Rincón de Isidoro El Rincón de Gabriel El Rincón de Lupe El Rincón de Doncel El Rincón de Paqui
Comentarios recientes
TJD RECOMIENDA