El pasado Viernes Santo, presencié un desfile procesional, peculiar, simpático y emotivo. Me estoy refiriendo al que protagonizaron los niños de San Martín del Tesorillo, cuando sacaron en procesión a un Cristo Crucificado y una Dolorosa,igualmente en San Pablo ocurrió un hecho similar con la procesión de la Virgen de los Niños. Son los cachorros, los futuros cargadores o costaleros, como quiera que se les llamen.
Se da por sabido que el tamaño de las imágenes era acorde con la edad de sus cargadores, que no superaban los diez años. Todo en minúsculo pero no falto de nada, todo menos el saetista Miguel Solís, ese si es talludito, tuvo la gentileza de cantar una saeta a sabiendas que aquella noche se repetiría con las imágenes del Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora de los Dolores.
Estimo que la idea es acertada, de esa manera se fomentan y promocionan unas tradiciones con alto arraigo en nuestras localidades.
Mi experiencia personal que no tiene porque ser la correcta, mis sensaciones es que las tradiciones, las manifestaciones lúdicas, festivas, deportivas etc., en poblaciones como las de nuestro término municipal, tienen que ser promovidas, organizadas, conservadas, por los vecinos del lugar, eso no quiere decir que las distintas Entidades Públicas, municipales, provinciales o autonómicas tengan la obligación de colaborar y comprometerse, pero si la iniciativa no parte del pueblo llano, mal lo llevamos.
Soy consciente que tener un cargo de responsabilidad en cualquier organización de esas características, implica muchos sacrificios, esfuerzos, casi siempre no reconocidos con el agravante de recibir críticas, como si de profesionales se tratase, cuando se hacen de una manera altruista y con el solo objetivo de servir a tu pueblo. Incluso así, tenemos la obligación moral de sacarlas adelante, de camino que sirvan como espejo en el que se reflejen las generaciones venideras.
Como he aludido a la Semana Santa, mi reconocimiento y agradecimiento a los costaleros de las distintos pasos del todo el municipio, por sus enormes esfuerzos, lo hago extensivo para todas las personas que gracias a ellos pudieron celebrarse los distintos desfiles procesionales.
Tarjeta amarilla para los que se comprometieron a cargar con los pasos y faltaron a su compromiso, sus compañeros tuvieron que suplir su ausencia no sin grandes esfuerzos y con riesgo de sufrir lesiones, la otra alternativa era no sacar las imágenes a la calle, de haber sucedido, hubiese supuesto una auténtica vergüenza.
Pacurro