Durante toda su vida fue un defensor de las causas perdidas.
Ejerció la bonhomia y vivió en la periferia de las normas que regían la sociedad de su tiempo. (Eso que los ingleses llaman un “outsider”)
Practicó una extraña fraternidad con los desconocidos a los que ofrecía -gratis- discursos y diatribas con la divina elocuencia de la emoción humana y defendió, a su manera, el concepto de libertad utópica como verdad prematura.
Rebelde ante cualquier injusticia -real o imaginada- defendió los derechos de la mujer mucho antes que se le ocurriera a los tipos de la ONU.
Todo un caballero…. andante.
Nota.- Se cumplen 400 años de la edición de la segunda parte del Quijote. (El ingenioso hidalgo D. Alonso de Quijano)