El genio de Morante inunda la Malagueta


Vídeo . Tiojimeno 


El matador de toros sevillano corta una oreja al cuarto cuvillo después de una actuación inspirada en la que sobresalieron los remates y el toreo de capote La Malagueta rugió de satisfacción en la lidia del cuarto con una labor genial de Morante de la Puebla, una obra maestra llena de matices, detalles inolvidables, gestos de la torería más añeja y eterna, todo ello con un toro suelto, mansito, noble y que se movió de forma desordenada.




Ni le hizo falta uno bueno.

Morante había pasado del primero. El de Cuvillo no valía nada y el de La Puebla parecía adormilado. Un par de derechazos, su postura siempre torera y a matar. Las siete verónicas y la media del saludo al cuarto pusieron la plaza boca abajo. El toreo surgió más relajado que profundo, limpio y nada forzado. Aún más, las chicuelinas del quite las hubiera firmado el genial torero de La Alameda. Brindó a los portadores de una pancarta que mandaba fuerzas a Fortes. El de Cuvillo se movía de un lado a otro, suelto, noble, y había que explicar el misterio del toreo. Morante se sentó en el estribo para pasarlo cuatro veces y salir con un molinete y uno de la firma. El tendido entró en trance. Siguió su labor en distintos terrenos de la plaza, los que el corretón de Cuvillo marcaba, pero sobre el albero de La Malagueta el torero cigarrero fue dictando un curso de la mejor tauromaquia de todos los tiempos. 

Casi todo el toreo fundamental fue diestro. En algunas tandas del final, ya cerca de las tablas, la mano bajó para marcar muletazos perfectos. Entre tandas, los molinetes, uno de la firma para recordarlo toda la vida, las trincherillas, un kikirikí, todo un curso del mejor toreo eterno; viejas estampas de una tauromaquia añeja, alejada de espaldinas, tafalleras, arrimones, circulares o manoletinas. La plaza estaba embriagada con la entrega y la genialidad de un matador de toros que había demostrado que no hace falta que un toro humille para torearlo bien. La estocada no fue perfecta y un solo despojo fue el premio para una obra que permanecerá en el recuerdo de los afortunados testigos que la vieron una tarde de agosto en la Feria de Málaga del año 2015. 

Diario El Mundo 

PUEDES VER EL VÍDEO DE LA CORRIDA AQUI 

Un faenón de Morante y una tarde de entrega de Vega 


La torería de Morante de la Puebla, impregnada de esa tauromaquia de sabor añejo y barroquismo eterno, y el clasicismo y la disposición de Salvador Vega, que entró con toda justicia en la corrida en sustitución del herido Saúl Jiménez Fortes, salvaron el cartel estrella de la feria taurina, donde, una tarde más, el mal juego del ganado deslució un festejo que había despertado una gran expectación.

Hubo que esperar al cuarto de la tarde para que surgiera la magia. En ese toro, Morante destapó el tarro de las esencias para esparcir sobre el ruedo de La Malagueta arte y torería y firmar la que puede considerarse como la actuación, con capote y muleta, más completa de las que ha dibujado en el albero del coso del Paseo de Reding. El de la Puebla del Río recibió primorosamente a ‘Feriante’ con un ramillete de verónicas templadas y una media de gran sabor. Tras el primer puyazo, quite del sevillano por chicuelinas extraordinarias –los alumnos de escuelas taurinas que tanto gustan de esta suerte, deberían visionar el vídeo para ver cómo se ejecutan–. Respondió Vega, en su turno, con delantales y una media de alto nivel. Brindó a la peña taurina Jiménez Fortes, también lo haría Vega en el quinto, y a partir de ese momento Morante comenzó esa sinfonía taurina que tantos peregrinos ha creado de aficionados al ‘morantismo’. Los cuatro muletazos por alto sentado en el estribo de la barrera fueron una estampa de sabor añejo cargada de sabor; fue el preludio de un trasteo lleno de torería a raudales en los muletazos por ambas manos, en los remates, en el kirikikí, en los molinetes abelmontados, en los cites; y la plaza entregada a la pasión y el aroma de un toreo caro, de ese por el que merece la pena los sinsabores de otras tantas tardes. Concluyó con tres ayudados por alto con cadencia y sentimiento. Faltaba la rúbrica para que el cerrojo de la puerta grande ‘Manolo Segura’ se abriera, pero la estocada quedó desprendida. El trofeo quedó en una oreja y petición de la segunda, pero el premio, con ser importante, es lo de menos, lo verdaderamente relevante fueron las sensaciones y la faena para el recuerdo. Para los que se quedaron con más ganas de ver, disfrutar y emocionarse con Morante, el domingo está anunciado en Antequera.

Diario Sur

FICHA DEL FESTEJO Plaza de toros de La Malagueta. Sexta de Feria. Corrida de toros. Casi lleno. Seis toros de Núñez del Cuvillo. José Antonio "Morante de la Puebla”, silencio y oreja. Salvador Vega, oreja y ovación. José María Manzanares, silencio y silencio.
























Fotos : tiojimeno

22 de agosto de 2015
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