Literatura Educativa Laberíntica... Por Rafael Fenoy


Empeñados en salirse de la moda policiaco-política, que nos cerca, basta centrase en cualquier asunto cotidiano para percatarse de la riqueza de la vida social nos ofrece. El mandato ciudadano para hacer comprensible aquellos aspectos de la vida social es una exigencia de aquello que se denomina democracia. Uno de ellos especialmente extendido es el educativo. En todos pero en este más concretamente quienes gobiernan cree, y de hecho pretenden conseguirlo, que cambiando palabras y escribiéndolas en al Boletín Oficial de turno se cambia la realidad.

No me sustraigo a lanzar un listado de palabras laberínticas o laberínticas palabras de uso frecuente en nuestra jerga educativa.




Proyecto, Plan, Autonomía, Legalidad, Capacidades, Competencias, Trasversal, Ámbitos, Orientar, Asesorar, Reforma. Transformar, Función Pública, Docente, Directiva, Inspectora, Administración, local, comarcal, zonal (zonificación), provincial, territorial, autonómica estatal, Negociar, Consensuar, Informar, Evaluar, Autoevaluar, Metaevaluar, Controlar, Supervisar… Priorizar, Coordinar, equipos (múltiples y variados), Estructurales, Curriculares, Especialización… Dependencia Orgánica, Funcional, Total, Multifactorial, Sistémica, Concreción, Producto, Resultados, Procesos…Actuaciones, Atribuciones, Funciones, Habituales, Homologadas, Prioritarias, Extemporáneas, Incidentales, Internivelar, Territorialización, Referencialidad, Abierta, Cerrada, Semicerrada, En grupo, En equipo…


De las siglas no hablemos, ya que a fuerza de simplificar el lenguaje entre iniciados se llega a convertirlo en un sistema cabalístico imposible de entender por la ciudadanía. Un breve repaso a los estilos literarios de los documentos institucionales tanto de las administraciones públicas como de los propios centros educativos nos confirmarán este hecho.


De todas las palabras que se usan en la Educación una se reitera con insistencia: “trabajo” que, aunque procede de la latina “tripalium” (instrumento de tortura consistente en tres palos), casi seis millones de personas andan buscándolo y no parece fácil que lleguen a encontrarlo. Es más, la situación que vivimos y que amenaza con ser estructural, inevitablemente resitúa el discurso del para qué de la Educación. De una cosa debemos estar seguros: Es y seguirá siendo objetivo de ella aumentar la cohesión social, dotando a las personas de recursos cognitivos y emocionales suficientes para comprender el mundo que viven y cooperativamente transformarlo haciéndolo más humano.






Fdo. Rafael Fenoy Rico

29 de octubre de 2015
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