Ayudas Condicionales ... por Manuel Alcantara

Para echarle una mano a alguien conviene tener la otra disponible, no sea que se nos vayan a caer los calzones. Por eso, el precavido Rajoy quiere pactar con todos los partidos, incluso con los que están rotos, antes de echarle un capote a Hollande. La cautela es una virtud política, pero también es un defecto moral, enmascarado por el servicio a la patria, que es un lugar donde cabemos todos y no excluye a los antipatriotas. Hoy por mí y mañana y los días siguientes también por mí y por lo que pueda pasar. El oscilante presidente de nuestra nación va a consultar incluso con Podemos las condiciones de la colaboración militar con el Gobierno francés. No sabemos si hará bien, pero el hombre hace lo que puede.

Mientras Alemania anuncia el envío de 650 militares dispuestos a morir por una patria que no es la suya, aquí seguimos andándonos con titubeos. Sólo hay una forma más gloriosa que la de morir defendiendo nuestra bandera y es conseguir que el enemigo casque defendiendo la suya. El apoyo militar a Francia tiene entre nosotros bastantes partidarios, pero es una lástima que se recluten entre los que no corren el menor riesgo de estar en primera línea de fuego, que es la mejor manera de no quemarse y de mantener el ardor guerrero.

No seré yo el que se atreva a criticar a Rajoy por su reticencia al apoyo militar que solicitan nuestros vecinos del norte. Hay cosas que únicamente saben los primeros mandatarios, ya que los segundos y los terceros, incluidos los ministros de Asuntos Exteriores, están haciendo recados. De ahí la célebre soledad del mando. Los que no hemos mandado nunca, ni siquiera en un hato de ganado, como era las aspiraciones del buen Sancho, al que también llaman buen callar, aunque se pasara hablando la mitad de las páginas del Quijote. Respetemos a don Mariano, al que algunos llaman don Prudencio. Ahora se ha transmutado en cronista deportivo, cosa que también tiene sus riesgos. El mayor es quedarse fuera de juego.