La Razón Crítica... por Manuel Alcantara

Los indecisos ganarían todas las elecciones si al final se decidieran. Entre nosotros les queda poco tiempo para otorgar su favor democrático a un candidato o a otro, ya que ninguno le parece lo suficientemente cándido. De ahí que todos basen sus campañas no en airear la bondad de sus propósitos, sino en la ineptitud de sus rivales. Todos nos hemos convertido en críticos temporalmente implacables hasta que podamos decir eso de «creí que íbamos a ganar los nuestros, pero hemos ganado los otros». A la aritmética electoral le falta un apéndice que explique el arte de conformarse. Ahí tenemos el ejemplo de Maduro, al que han echado, pero no quiere irse, y el de Cristina Fernández de Kirchner, que está piqueteando la toma de posesión de su sucesor Mauricio Macri. Cuando nuestro Forges dibuja a los mandatarios amarrados al sillón, delata ser un buen observador, pero quizás ellos sean más felices cuando deseaban mandar que cuando mandan.



Entre los telecandidatos el que parece que ha caído mejor es Pablo Iglesias, que es el que promete más. Ha dicho todo, o parte, de lo que quiere hacer si llega a la Moncloa, pero desdichadamente no se ha extendido en explicarnos cómo se hacen esas cosas, desde la reforma del sistema electoral a la despolitización de la justicia, pasando por el reconocimiento de la plurinacionalidad de nuestro país. Su terrible agenda, resumiéndola, se parece bastante al consejo de aquel entrenador futbolístico: «Vosotros, cuando tiréis a puerta, hacedlo siempre raso y pegado al poste». Lo suyo se puede comparar con las instrucciones de aquel maitre de cocina para comerse a un caníbal, pero ya sabemos que prometer no ha arruinado nunca a nadie. La verdad es que este joven político es viejo de nacimiento y ha heredado las virtudes del primer Pablo Iglesias, ponderadas por Ortega y Gasset, a los que ha añadido eso que llamamos encanto, que es indefinible. Alguien dijo que es algo que tienen algunas personas hasta que empiezan a creerse que son encantadores.


Manuel Alcantara.