Reflexionar una vez al año no hace daño. Es bueno para todos, incluso para los que no están entrenados, porque pensar es someter a juicio antes de elegir. Hay quienes creen que esa meditación es innecesaria, ya que únicamente podemos escoger entre lo que nos proponen, pero el solo hecho de cuestionar las ofertas resulta beneficioso. Quizá por eso, algún librepensador, advirtiendo que el rostro de los filósofos presenta muchas arrugas, llegó a la conclusión de que una cara verdaderamente estatuaria sólo puede encontrarse en el alto clero. Quienes tienen resuelto el itinerario que hemos de seguir todos después, o sea, la Guía Michelin de la muerte tienen grandes ventajas, pero los que desean mejorar la estancia terrestre, dudan. ¿Qué partido tomar, habiendo fallecido el bipartidismo? Antes, la cosa estaba en unos o en otros, pero hemos hecho un gran descubrimiento: hay más maneras de equivocarse.
El bipartidismo ha muerto y muchos ciudadanos responsables han encontrado una buena excusa para no ir a votar: dicen que han ido al entierro, que se celebraba a la misma hora y precisamente el mismo día. El presupuesto de 2016 ya ha sido aprobado, aunque no le han dado un sobresaliente, con alabanza del tribunal. Podría aguantar un año, que en el actual calendario, tiene muchos más días que 365 ya que todos hemos aprendido que el tiempo no es sólo distancia, sino sentimiento.
Hoy, a la caída de la tarde, estaremos hablando de otra cosa. No puedo hacerlo porque, por necesidades del guión, escribo la víspera y lo que más deseo es que tengamos la fiesta en paz. He dedicado el día a reflexionar y a leer ‘Los caprichos de la suerte’, la última novela de Pío Baroja, que estaba inédita por los caprichos de la censura. Es tan barojiana como sus novelas grandes, aunque esta no sea una gran novela. Sirve para reflexionar y para llorar por todos nosotros. Los de antes y los de ahora.
Un día es un Día ... por Manuel Alcantara
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