Verguenza Biológica ... por Manuel Alcántara

Van a acabar por hacernos simpático a Rajoy, que era un metafísico imposible.
Ha bastado con que un joven de extrema idiotez, no de extrema izquierda, le haya asestado un artero ‘crochet’ zurdo cuando tenía la guardia baja y sus guardaespaldas estaban distraídos, conteniendo a sus admiradores.
Este cretino puede alterar las estadísticas, lo que confirma eso que dicen en La Mancha de que un tonto jode a un pueblo.
El discutible Rajoy puede sumar votos en la misma medida que se cura del hematoma de su pómulo, ya que pueden acudir en su socorro los indecisos, que curiosamente son el 40% de los votantes, el mismo número de la población que no lee nunca, ni poco ni mucho. Simplemente que no lee.
Sin duda evita hacerlo para no dejarse influir, como dijo aquel catedrático que omitía la lectura de los examinandos por temor a alterar su criterio.

Las dos agresiones sufridas por este hombre tan poco seductor están aumentando su hipotética seducción, pero no sabemos si disminuye la de Sánchez, convertido en el chulo del barrio.

Esa arrogante jerarquía, sea de quien sea, no cae bien entre nosotros y menos de un señor al que se le nota a la legua y a la lengua que ha empleado su tiempo en hablar en vez de en estudiar.

El caso es que pasaba por allí y le eligieron aprovechándose de que no coincidía en la acera histórica ni con Beltrand Russell, ni con Besteiro, ni con Indalecio Prieto, ni con Felipe González, ni con Rubalcaba.
Todos ellos estaban bien educados y quizá le hubieran elegido como chico de los recados. Su tono agresivo ha creado escuela, cosa peligrosísima en quien no ha asistido a ninguna.
Los amigos del tarado que quiso noquear a Rajoy, que es un buen ‘esparring’, le envían mensajes, «Capi, mátalo». Además dan instrucciones: «Los pulgares en los ojos».
Qué vergüenza pertenecer a esta tribu belicosa y qué vergüenza que sean así todas las tribus humanas. No seamos la peor de todas ellas.