Gorilas en la Niebla... por Manuel Alcantara

El independentismo, que muchos entendemos como una manía de primates, se ha convertido en una forma de catetismo. El nuevo ‘molt honorable’, señor Puigdemont y de los mil puigdemones, ha obviado citar a la Constitución al tomar posesión como ‘president’ de la Generalitat y la única respuesta hasta ahora ha sido solicitar a la Abogacía del Estado la posibilidad de impugnar el juramento. Los separatistas van ganando por puntos el combate en el que ellos hacen el doble papel de púgiles y de árbitros. España se desguaza y él con esos pelos. Estamos preocupados con otras cosas, como el Balón de Oro al gran Messi y la captura del ‘Chapo’ Guzmán, acreditado asesino y por mayorista de la droga. También nos ameniza el oscuro trance la investigación de la infanta Cristina, ahora ampliada a su augusto padre por el turbio asunto de sus correos electrónicos a la llamada Corina, la musa del ‘caso Nóos’.


«Ahíto me tiene España», dijo Quevedo y podemos seguir diciendo los españoles. Nuestra única esperanza es que la utopía no sea sangrienta y que la Semana Trágica no necesite varios meses para resolverse. No sólo depende de los pirómanos, sino de los bomberos. Rajoy pide sensatez, pero nadie puede dar lo que no tiene, aunque los pobres siempre den de aquello que les falta.

El plan de reformas por consenso no puede ser satisfactorio mientras algunos líderes sigan en el correccional y otros estén callados como muertos, a pesar de que en los entierros es donde más se habla. Estamos ante el mayor desafío registrado en los últimos tiempos. La provocación catalana, a la que le urge reclutar mártires, no se resuelve con abogados ni con pactos. «Lengua sin manos, ¿cómo osas hablar?», se pregunta el autor de nuestro gran poema épico. Pero eso sucedió cuando la épica no había muerto y los gorilas no andaban sueltos por la selva, amparados por la niebla y saltando de rama en rama. Se espera una respuesta. Pueblo somos todos, no únicamente la mitad de los catalanes.

Manuel alcantara