"La soledad de Benito"... por Francisco Quirós


Creo que a ustedes les habrá sucedido lo mismo. En algún momento nos viene a la memoria una especie de flash y recordamos a determinada persona, que sin ser familia ni una especial relación la recordamos por nada en particular.
Días pasados, me vino la imagen de Benito Jaén García. Benito era natural de Casares (Málaga), pero residió en Tesorillo muchos años, no sabría precisar, pero muchos. Llegó a la localidad, como muchos braceros agrícolas, huyendo del hambre, vino por una temporada y se quedó casi hasta el final de sus días.


No se casó, pero lo más grave, es que no tenía ningún familiar directo, ni de segundo ni tercer grado, nadie. Yo le insistí varias veces, que algún primo existiría. Me respondía. Puede que los haya, pero no tengo noticias de ellos, igual que yo se marcharon de Casares y les perdí la pista. Tenía una hermana, que igual que nuestro personaje, quedó soltera y falleció no muy mayor. Volvía a insistirle, entonces no tienes a nadie, nadie sentenciaba.

Hagamos la siguiente reflexión .Tiene que ser duro, carecer de cualquier vinculo familiar. No tener por quien interesarse o que se interesen por tu persona. Es sabido que en algún momento de nuestras vidas, perjuramos de la familia, pero lo hacemos con la boca pequeña. En la inmensa mayoría de las ocasiones, la familia está ahí cuando se la necesita.

Bajito, enjuto, aparentemente huraño, aunque una vez que te ganabas su confianza, era una persona cordial y amable. Comunista empedernido, marxista leninista.

Un tanto ingenuo, los conocidos y no tanto, para incordiarle, solo tenían que hablar de las bondades del régimen anterior y al bueno de Benito se lo llevaban los demonios, sin percatarse que todo era pitorreo.

Sus amistades se las vieron y desearon, para convencerle que debía afiliarse al Régimen Especial Agrario, de no ser así, el día que llegara la jubilación, no tendría derecho alguno. Su razonamiento. “A Franco no le pago”.

Permaneció largos años como huésped de una pensión en el centro del pueblo. La posadera se jubiló y cerró la pensión, pero siguió acogiendo a Benito como huésped.

A pesar de su ingenuidad, cuando se vio mayor y las constantes empezaron a fallarle, acudió a las autoridades para que le buscasen plaza en una residencia. Fue acogido en lo que antaño era conocido como Asilo San José en Algeciras.

Cierto es que le perdí la pista. Habrían transcurridos unos dos años que ingresara en la residencia, cuando el Alcalde del aquel entonces, José María Casuso me solicita que le acompañe al asilo, Benito había fallecido, al no tener ningún familiar conocido llamaron al edil.

José María y el que suscribe, en cierto modo presidimos su funeral corpore in sepulto. Paradojas de la vida. Benito como buen comunista, no quería para nada la iglesia. Su réquiem fue solemne, con música y coro incluidos a la altura de cualquier personaje relevante.

Charlando con la Madre Superiora y Directora del Centro. Le comenté el carácter esquivo de Benito. Me lo rebatía completamente. Lo definía como amable, cariñoso y sobre todo muy agradecido. Murió asiendo con fuerza la mano de la religiosa.

Benito estuvo falto del cariño y el amor de los demás. Debe ser terrible estar solo, nadie en quien confiar.

La moraleja que extraigo de esta historia no es otra. Cuando regalas amistad, cariño, comprensión, solidaridad, en el mayor número de veces eres correspondido.

Pacurro

20 de enero de 2016
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