"Portugal y España" ... por Ignacio Trillo


Habiéndose iniciado el año con la necesidad de formar un nuevo Gobierno, una vez que un candidato supere la investidura en el Congreso de Diputados, traslado lo recientemente ocurrido en Portugal por si aquí pudiera tomarse nota.
 Lo he vivido de cerca, visitando el país vecino y recibiendo profunda información por distintas fuentes.
Está escrito el día 12 de enero, por diversos problemas no he podido remitirlo antes, pero sirve de rabiosa actualidad. Es más, en este relato adelanto lo que luego ha ocurrido en las elecciones presidenciales celebradas en el país luso el pasado domingo, día 24. Portugal, tan cerca y tan desconocida sobre lo que allí ocurre por gran parte de la ciudadanía española.
Un cordial saludo.



"Portugal y España"Regreso de Portugal tras permanecer allí la primera semana del nuevo año. Lo he aprovechado también de cara a hacerme una idea más exacta de su realidad, tocando otros palos distintos a los turísticos para escuchar las voces de políticos lusos y recoger opiniones de la calle.
Concluí con una visita a la `Casa dos Bicos´, a pie del barrio de la Alfama, sede de la Fundación José Saramago, donde su presidenta, Pilar del Río, tan afablemente me atendió. Fueron horas de extensa e intensa conversación sobre la vida del premio Nobel y del transcurrir del país.
En este deambular, he palpado las enormes similitudes que ofrece Portugal en relación a España, a sumar a las que históricamente acumula, y las diferencias existentes con respecto a nuestra situación. Bien merecen la pena ser oídas y captadas en directo, como de forma inteligente ha hecho inmediatamente después, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.
Hacía dos años que no pisaba Lisboa. El último viaje lo realicé en noviembre del 2013, camino de la profunda y turística Madeira. Entonces, la decadencia y el sufrimiento por la dureza del rescate impuesto por la Troika se percibían en el ambiente pesimista y de impotencia que se respiraba.
No ha sido igual ahora. Ignoro qué parte tendrán que ver las actuales festividades navideñas, pero me atrevo a interpretarlo como que ha habido desde entonces una relativa mejoría, aunque portales de edificios y contenedores callejeros sigan albergando las penurias humanas de la exclusión social, que tampoco aquí nos son extrañas. Sin embargo, las siempre serias caras de la idiosincrasia de la ciudadanía lusitana, ofrecían otra luz en sus miradas. A añadir, la presencia masiva de visitantes españoles personada por doquier tanto en el Oporto del Duero como en la capital del Tajo.
Entrando en materia, en correspondencia a las afinidades que se dan con la coyuntura política española, a destacar la enorme división existente en el PSP, e incluso más explícitas que las que sufre aquí su homónimo PSOE.
Sin embargo, afortunadamente, no afecta al sólido Gobierno de izquierda que con cualificados expertos ha formado el socialista Antonio Costa, alcalde de Lisboa entre 2007 y 2014, contando con el apoyo y la lealtad de su “enemigo” histórico, el PCP, así como el Bloco de Esquerda (BP), que son los Podemos portugueses, y los Verdes, teniendo de resignado, antes hostil, a un Presidente de la República, de derecha, Aníbal Cavaco Silva, al que le quedan pocos días para ser jubilado políticamente.
Para nada la llegada del nuevo Gobierno de izquierda, y su anuncio del fin del austericidio, ha ocasionado un terremoto político más allá de lo que significa una alternancia democrática de cambio. Ni ha habido turbulencias extraordinarias a resaltar ni salidas de capitales sin retorno por el pánico, como agoreros de la derecha más ultra hubiera deseado.


Pedro Sánchez con Antonio Costa. Lisboa 08.01.2016. Reuters. Rafael Marchante
Las discretas reacciones y movimientos de la Troika y el capital financiero ante esta mudanza, en un país que sufre un mayor rescate que el que padece España gracias a ese préstamo “generoso” de la UE concedido al Gobierno de Rajoy para hacer frente a la quiebra corrupta de una parte del sector financiero hispano, le habrán sido contadas confidencialmente a Pedro Sánchez por Antonio Costa, pero nada se percibe como tensión extrema ni en los medios ni en la calle, por tanto con unas particularidades bien dispares a las que ofrece Grecia.
El pronto acuerdo a que llegaron las cuatro formaciones de izquierda, tras derribar mediante una moción de censura al recién constituido gobierno minoritario de la derecha, que duró once días y lideró Pedro Passos Coelho, tiene que ver con ese sosiego alcanzado.
Para tener una mejor percepción de las correlaciones que se dan entre las fuerzas políticas de ambos Estados de la península Ibérica e islas, reproduzco aquí la actual composición de diputados.
En Portugal: PSD-CSD, es decir, la unión de centro- derecha, 107 diputados (-24 con respecto al 2011) Enfrente: PSP, 85 (+11); BP (Los Podemos), 19 (+11); PCP más Verdes, 17 (+1) Animalistas, 1 (+1).
O sea, nos hallamos ante un partido ganador, pero donde la suma de las otras cuatro formaciones aquí citadas, gozan de mayoría parlamentaria absoluta: 122 diputados.
En España, nos encontramos asimismo con que ha habido un partido ganador, el PP, 123 diputados (-62) pero insuficiente para lograr mayoría. De otra, el PSOE, 90 (-20); IU, 2 (-9): y los nuevos emergentes: Podemos, 69 y Cs, 40 diputados, por referirme solo a las formaciones estatales en solitario o en confluencia. Si exceptuamos a IU, las otras tres citadas pueden ser determinantes a la hora de la constitución de una nueva mayoría.
Dejo inicialmente fuera de la negociación a los partidos nacionalistas, DiL (exCDC), ERC, PNV y Bildu, porque no son decisivos y debido a la situación que se presenta en Cataluña nadie a priori va a formalizar ningún pacto, aunque sería positivo que al final se dialogara para su encaje como agentes activos o pasivos en una mayoría de progreso.
Estas equivalencias indican no obstante que por insuficiencia de mayoría de izquierda en nuestro país no sería trasladable miméticamente un “pacto a la portuguesa”, y sí tal vez un “pacto de progreso a la española”, con PSOE, Podemos y Cs, o, por el contrario, una “gran coalición a la española”, con PP y Cs y la abstención del PSOE.
Volviendo a la situación portuguesa, para situarla como guía y ejemplo a seguir aquí, resaltar la madurez y cintura que muestra la izquierda, la solvencia de los gestores designados para la llevanza del Gobierno de Costa y la no aparición hasta la fecha de fisuras de importancia; factores que están siendo claves para la nueva estabilidad política lograda, acompañadas de la paz y apoyo social.
No deja de sorprenderme que esto ocurra cuando no hay un pacto de Gobierno común de izquierda, sino acuerdos puntuales y distintos firmados por el PSP con cada uno de sus tres aliados, donde cada cual ha renunciado a sus líneas rojas, como la salida de la UE, del euro o de la OTAN, para centrarse en medidas concretas que mejoren la calidad de vida o ambiental de las clases medias y trabajadoras, depauperadas por la presente crisis. Por tanto, la fortaleza la ocasiona la voluntad política de que esta dinámica de diálogo y consenso dure la legislatura.


El 25 de abril de 1974, capitanes del ejército portugués hicieron posible la ruptura con la Dictadura salazarista. En España, el paso posterior del franquismo a la democracia fue producto de un pacto entre el campo democrático y los “reformistas” procedentes del Régimen dictatorial.
Una cualificada voz periodística que vivió en pleno centro de Lisboa el momento inicial de la revolución de los Claveles, abril de 1974, me definió la situación actual lusa como, “una balsa en calma de aceite con otros líquidos no solubles forzados a convivir”. A la par, me hizo referencia a que mientras a la derecha el desgobierno se le perdona por los especuladores de turno, así como la corrupción o un adelanto electoral por imposibilidad de constituir un ejecutivo, en cambio a la izquierda en su conjunto le pasa fatal factura. Igualmente, a la pregunta directa que le hice: ¿Es la derecha portuguesa tan rancia y dura como la española?, no dudó en aseverarme: “Mucho peor que la que tenéis en España”.
Ni la subida aprobada por el Gobierno de izquierda del salario mínimo, la actualización de las pensiones, el paquete de medidas sociales de emergencia y rebajas fiscales destinadas a los mayores sufridores de la crisis, han levantado ampollas ni confrontación más allá de los parámetros normales que emplearía cualquier oposición de derecha. Tampoco han saltado las alarmas por desequilibrar las magnitudes macroeconómicas que tanto preocupan a Bruselas, en contra de lo que aquí se ha cacareado, ya que se han compensado esos gastos con la eliminación de otras partidas que se mantenían en materia de subvenciones a grandes corporaciones así como consiguiendo nuevos ingresos públicos por aumento de las cargas impositivas a los que más tienen u obtienen.
Por si el escenario luso no fuera ya de por sí complejo, en escasos días Portugal está convocada nuevamente a las urnas para elegir al Presidente de la República.
La delicada situación orgánica del PSP no ha hecho posible un candidato único de la izquierda. Es más, hay tres candidatos que se autoproclaman socialistas y ninguno de ellos cuenta con el apoyo oficial del Partido que refundara Mario Soares, habiendo dado libertad de voto a sus electores.
Ello ha dado lugar a que los aliados de izquierda de la actual mayoría, tanto el PCP como el Bloco, hayan propuesto candidatos. Un total de diez se presentan, el mayor número desde la revolución de los Claveles, y donde, a diferencia de la izquierda, el centro-derecha se presenta unido alrededor de un político conservador, liberal y democristiano, veterano tertuliano de televisión, profesor universitario y periodista, Marcelo Rebelo de Sousa, (bautizado así de nombre de pila porque su padrino fue el premier del último Gobierno de la Dictadura salazarista, Marcelo Caetano), una especie de Iñaki Gabilondo de derecha.


Marcelo Rebelo de Souza y Antonio Sampaio da Nóvoa, los dos candidatos, de la derecha y de la izquierda, con más posibilidades para alzarse con la Presidencia de la República de Portugal, ambos profesores universitarios.
En tanto, la izquierda no partidista, desconcertada e impotente por no capitalizar en votos los logros del actual Gobierno, intenta aglutinar el voto útil hacia el candidato independiente, el brillante profesor y rector honorario de la Universidad de Lisboa, que cuenta además con el apoyo de los expresidentes, Ramalho Eanes, Mario Soares y Jorge Sampaio.
¿No invita este relato a superar las suspicacias que se plantean entre las fuerzas de progreso en España para emprender seriamente una negociación que lleve a la formación de un Gobierno estable que nos haga olvidar el cuatrienio negro que hemos sufrido; derogue cuanto tenga que desaparecer de la anterior legislatura; depure responsabilidades por la corrupción habida; regenere el sistema y afronte un nuevo modelo de economía para un empleo en condiciones y se atienda con urgencia un programa de emergencia social, a la vez que siente las bases para una articulación definitiva a nuestra plural convivencia territorial?


Albert Rivera, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, una nueva generación para el relevo de la clase política
¿Es que los barones del PSOE van a poder contra su secretario general, Pedro Sánchez? ¿Es que el esperpéntico desafío independentista de Cataluña lo resolvería la demostrada fábrica de secesionistas que encarna el PP? ¿Es que Cs no se da cuenta que ha nacido para relevar a la derecha prehistórica de nuestro país y no para ser, inmediatamente a su nacimiento, absorbida por el PP como ya le ocurrió al CDS de la segunda etapa de Adolfo Suárez? ¿Es que Podemos va a sumergirse ante el vértigo que ofrece la complejidad del momento para esperar a otras glorias electorales futuribles?
Arremánguense las camisas y enciérrense para no salir hasta hacernos público el acuerdo. España votó cambio, señores de Ciudadanos, aunque no más allá de ese gran paso, amigos de Podemos.

Ignacio Trillo

27 de enero de 2016
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