Ante el avance de fechas sin llegarse a un acuerdo de investidura, han empezado a sonar en la prensa algunos ruidos sobre la actitud que podría mantener la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, y que la sitúan ya en la presentación para el inmediato Congreso del PSOE de su candidatura con el objetivo de competir para sustituir a Pedro Sánchez. Lo analizo aquí:
LOS PLANES DE SUSANA PARA EL CONGRESO FEDERAL DEL PSOE:
Por si fueran pocos los frentes abiertos en la política nacional, pendiente de un acuerdo de investidura que dé paso a la formación de nuevo Gobierno o cita con las urnas; como efecto colateral una vez más emerge, se sumerge y retorna, el curso sinuoso de un conflicto que persiste desde que surgió sin que en ningún momento haya decaído.
Me refiero a la confrontación de la dirigente socialista y presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, con el secretario general del PSOE y actual aspirante a presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez.
El nacimiento de la refriega sucedió inmediatamente que concluyeron en el verano del 2014 las primarias del PSOE, cuando fue elegido el entonces desconocido, Pedro Sánchez, para suceder a Alfredo Pérez Rubalcaba en la secretaría federal de dicho partido.
Paradójicamente, quién salió flamantemente proclamado había sido previamente lanzado al estrellato por el pacto de la propia Susana Díaz con la mayoría de la baronía territorial, salvo excepciones conocidas como la extremeña, asturiana o parte de la madrileña. Pues bien, la dirigida designación no ha parado de chirriar desde que el nuevo líder al día siguiente de las urnas internas se negó a ser el testaferro político de la señora Díaz, que le tenía reservado el papel de portero o sereno para guardarle la llave de la sede de Ferraz hasta tanto sus quehaceres en Andalucía le permitiesen ser presidenciable a La Moncloa.
Son muchos los actuales `susanólogos´ que ubican en estos instantes previos al Congreso del PSOE a la señora Díaz hilvanando aliados, conspirando para impedir más tiempos de retrasos a la celebración de esa cumbre socialista, o dejándose querer por pretéritos veteranos con el único objetivo de competir en unas primarias por la secretaría federal. Pues bien, se equivocan. Lo que no significa que no esté permanentemente con su faro encendido para controlar fijamente los movimientos que realiza Pedro Sánchez de cara a irle marcando los pasos o desalojarlo sí se presentara el momento.
Pedro Sánchez se negó a ser el testaferro político de la señora Díaz, que le tenía reservado el papel de portero o sereno para guardarle la llave de la sede de Ferraz hasta tanto sus quehaceres en Andalucía le permitiesen ser presidenciable a La Moncloa.
No obstante, esta vez la dirigente andaluza está realizando sus acciones de seguimiento a Pedro Sánchez con cierta mesura, para no echarse encima a la militancia que no controla. Las purgas o caídas en desgracia donde la aborigen sevillana es una especialista contra quienes se interponían en su carrera orgánica y política o la de sus padrinos, a los que posteriormente acababa relevando, parece que van poco a poco dejando paso a consultas internas a la militancia.
También Pedro Sánchez es perfecto conocedor de la hostilidad que le sigue profesando Susana Díaz. En sus carnes ha sufrido tras las elecciones del 20-D el zarpazo `susanista´, pasando inicialmente de manifestar que al PSOE el electorado lo había situado en la oposición, a más tarde, ponerle líneas rojas para obstaculizar su negociación a la investidura. Previamente ya lo había señalado con su dedo acusador como único responsable de la pérdida del voto socialista, sin sentirse sonrojada ni afectada porque tampoco salieron las urnas en Andalucía como para que tirara cohetes; siendo ella, además, la que había cosechado en la comunidad autónoma que preside el peor resultado de la historia del PSOE-A. En ese declive socialista, que continuó a la hecatombe ya sufrida el 20 de noviembre del 2011, contribuyó en su parte proporcional el votopsoista andaluz, superior en su descenso, por ejemplo, al experimentado en Extremadura.
Claro que la frase de Pedro Sánchez de calificar el resultado logrado por el PSOE comoéxito histórico le puso fácilmente en bandeja a Susana Díaz la réplica, como en estos momentos no haber forzado el cese del insostenible secretario de los socialistas gallegos, Gómez Besteiro, inmerso en dos procedimientos judiciales con diez imputaciones.
A colación de este feo asunto y haciendo un paréntesis: ¿cómo es posible que los partidos políticos sigan hablando de regeneración política y de transparencia cuando, en vez de depurar sus casos de corrupción, renuncian a investigarlos para que sea siempre la Guardia Civil, la policía anticorrupción o la judicatura, las que se les adelanten, así como hacer dejación de sus funciones para que sean los procesos judiciales los que marquen el nivel de la responsabilidad política? Lógicamente, de igual manera es de aplicación tanto para los casos de Galicia, como para los ERE, IDEA, o los cursos de formación, de la Junta de Andalucía.
¿Se presentará esta vez la señora Díaz frente a Pedro Sánchez en el previsto Congreso del PSOE? se siguen preguntando los `susanólogos´ de la especulación.
Obtengamos la respuesta a través de los antecedentes de la trayectoria seguida por Susana Díaz, constatando además el desgaste y ambiente degradado que su batalla personal le está reportando al PSOE.
Empezando por esto último, esta presión hacia un temeroso Sánchez, que ve pisar sus talones por la desmedida ambición de Díaz, ha logrado trastocar las alianzas internas que se dan en el PSOE. En esta línea, el nerviosismo latente ha llevado a que la reacción del secretario federal de los socialistas no siempre haya sido acertada a la hora de reforzar su liderazgo y la marca partidaria ante la baronía tribal. Y no me refiero solo al último caso de Galicia por la impresentable defensa a ultranza que Sánchez realiza por razones orgánicas para mantener a su fiel aliado, Gómez Besteiro, antes que arriesgarse a perder el control de esa organización. Igualmente sucedió en Madrid, pero al contrario, por el fondo y las formas empleadas por Sánchez para apartar de la dirección del PSM al aliado de Susana Díaz, Tomás Gómez. A estas alturas del guión, resulta una broma de mal gusto que el equipo de Ferraz se escudase en las inmediatas consecuencias que para el PSOE podía significar un Parla judicial, que continua sin dar señales de vida, o en la estimación de las encuestas electorales, cuando el resultado final que depararon las urnas, en mayo y en diciembre, no pudo ser más negativo para el voto socialista de la capital del Reino y de su autonomía.
En este mismo tinte rocambolesco, es de destacar asimismo la autoeliminación del escenario de la competición futura para la secretaría federal de Eduardo Madina. No repuesto desde la conclusión de las primarias de su aversión a Sánchez y de la traición que sintió de su amigo, Patxi López, con su vaivén a los brazos de la dirigente socialista andaluza, Madina renunció a situarse en impoluta neutralidad de cara a reservarse para más adelante. Esta torpe estrategia le ha acarreado la pérdida de sus apoyos militantes a la par que Sánchez moviera ficha quedándose sin la condición de diputado. Nadie ha entendido la actitud del militante vasco de entregarse con armas y bagajes a quién en el origen del trance fue precisamente la decisiva mentora del triunfo de Sánchez.
También la señora Díaz se ha ganado los favores del dirigente socialista asturiano, Javier Fernández, llamado a haber sido el sucesor de Rubalcaba, que declinó y apoyó a Madina; no así el otro barón que jugara a idénticas bazas en aquellas primarias, el extremeño Fernández Vara, que aterrado de la codicia de la dirigente andaluza y bien conocedor de sus múltiples fragilidades, de estar con el aspirante vasco ha acabado refugiándose bajo el paraguas de Sánchez.
La negociación de la investidura parece que está consolidando a Pedro Sánchez para sobrevivir a ciertas baronías y veteranías psoistas
A pesar de lo anterior, y aquí si algo está cambiando en el PSOE, la verdadera fortaleza de Pedro Sánchez en este momento no pivota tanto en la baronía o veteranía socialista, sino asociada al inteligente papel que tras el 20-D está jugando en la negociación de su investidura, su baza actual, sorprendiendo a propios y extraños después de la mediocre campaña electoral que realizó, ganándose según algunas opiniones el respeto y el apoyo mayoritario entre la militancia socialista, y que le lleva a que los dirigentes territoriales tengan que ser muy exquisitos y muy precavidos con él.
En esta coyuntura, también está ayudando a Sánchez, para engrandecerle, la errática e incomprensible actitud que está llevando a cabo en la negociación de la investidura la cúpula dirigente de Podemos.
Todos los movimientos que viene efectuando Susana Díaz, en contra de lo que se viene publicando, no tienen como objetivo directo competir para su sustitución en unas próximas primarias, sino salir airosa de este proceso congresual con la mayor fuerza posible.