Más para ella. Casillas en el IRPF 2015...por Rafael Fenoy Rico


La declaración del Impuesto sobre la renta de las personas físicas sigue ofreciendo al contribuyente la posibilidad de que se marquen dos casillas, una o ninguna. Parece de interés explorar las dimensiones de este ofrecimiento, ya que, de extenderse la lógica que lo soporta, podrían las personas obligadas a tributar manifestar su voluntad de que determinadas cantidades de sus impuestos pudieran dedicarse o no a alguna de las partidas presupuestadas: Casa Real, Defensa, Pago a Políticos….  Hasta el momento es posible manifestarse de manera soberana, ya que vincula la acción al Estado, sobre la aportación  a la Iglesia Católica o para Fines sociales.  De marcar ambas casillas el estado estará obligado a entregar a la Jerarquía de la Iglesia Católica y a organizaciones de “beneficencia”, muchas de ellas impulsadas por la propia Iglesia, la friolera de 1,4% del total del impuesto.

Con datos de la campaña de 2014 es posible dimensionar el efecto económico en las arcas del Estado. Según fuentes de la propia Iglesia, recogidas del portal  http://www.portantos.es/, se presentaron, hasta junio de 2015, 7.291.771 declaraciones con la X de la Iglesia católica, mientras que en el ejercicio anterior, de 2013, fueron 7.268.597 (un aumento de 23.174 declaraciones a favor de la Iglesia). Esta misma fuente añade que esté número de declaraciones  representó un tercio de todas las presentadas y ello permitió recoger, por primera vez, a la Iglesia la nada despreciable cantidad de 250 millones.

Con estos datos es posible hacer alguna que otra cuenta. La cantidad total de contribuyentes en 2014 fue de casi 22 millones. Si todas las declaraciones mostraran un X en la casilla de la iglesia Católica esta recibiría más de 750 millones de euros y si todas las declaraciones estuvieran marcadas las dos casillas la cantidad superaría los 1800 millones de euros, cifra por otro lado muy cercana al recorte del gasto que recientemente el gobierno del PP ha tenido que realizar al presupuesto impelido por Bruselas. ¿No sería mejor no recortar, y que los fieles mantengan a sus iglesias con sus propios recursos?  Esto es así en prácticamente todo el mundo y de hecho fue así hasta que  se instauró esta “deformación” en época no muy lejana, con el concordato entre Iglesia y Estado de 1851. Renovado por el dictador  Francisco Franco.

A 165 años de aquel momento histórico  el balance es abrumador a favor de la jerarquía eclesial que, en este centenar largo de años, ha recibido de todas las personas, creyentes o no, y por la fuerza que impone el presupuesto del estado, inmensas fortunas. Estos recursos públicos, aplicados a paliar las necesidades sociales de la población española, sin duda hubieran permitido una situación más holgada en el bien estar de las familias y, ¿por qué no contemplarlo?, haber evitado, en la parte que le toca,  la gran confrontación civil, la muerte de un millón de seres humanos y las atrocidades de una durísima dictadura padecida por el pueblo.

Conviene  que nadie se engañe, la casilla dedicada al  sostenimiento de la Iglesia Católica, nada tiene que ver con la obra social que ésta hace y canaliza a través de sus ONGs, que de paso también reciben dineros públicos de quienes marcan  la otra casilla dedicada a Fines sociales. Añadan a esto el pago de nóminas de casi 60.000 profesores de religión, los multimillonarios conciertos educativos a centros católicos y las ayudas a programas eclesiásticos, la exención de pagar el impuesto  IBI, de todo su inabarcable patrimonio, y se concretará una cifra enorme. Multipliquen esa cifra anual por 165 años y el resultado dará vértigo.


Artículo de Rafael Fenoy Rico

18 de abril de 2016
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