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Voy a relatarles unos sucesos y una
historia fascinante, mi nombre es Abdel Haqq, yo era un funcionario del Sultán
de Granada, me ordenaron que acompañara a la princesa Fátima en un asombroso
viaje como escribano, para que dejara constancia de todas las maravillas que
fueran conocidas por la princesa, dejando señalada las ruta por si alguna vez
el cruel gobernante quería destruir a un mundo hechizado que debíamos visitar
bajo sus órdenes.
Aunque, en realidad, todo comienza con
la muerte del sultán anterior, contaba las leyendas nazaríes que había sido
envenenado por sus hijos, Fátima y su hermano uterino, para que éste pudiera
subir al trono. Los remordimientos sumían a la princesa en una honda y duradera
tristeza. Su hermano conocido por su crueldad, tenía una debilidad, porque
quería profundamente a su hermana y no sabía cómo apaciguar su dolor.
El sultán conocía una leyenda de una
extraña puerta que tenía el poder de transportarte en el tiempo, además era la
entrada de un hermoso lugar coronado por una fortaleza, que en primavera se
llenaba de flores por dentro y dejaba cautivados a los viajeros en la puesta de
sol hacia el poniente.
Ese lugar estaba impregnado de la fuerza
de una antigua diosa púnica, que se le rendía devoción en Túnez, tras una
colonización de los fenicios, que antes le habían rendido culto con el nombre
de Astarte en las tierras del Canaán. Tanit era la Diosa de la fertilidad, del
amor, además en esta tierra deseada su culto estaba embebido de influencias de
los antiguos dioses de los pueblos ibéricos de la zona.
La sacerdotisa principal de Tanit era la
patriarca, que imponía su mandato desde el conocimiento y la sabiduría, por
ello era respetada y venerada. Entre sus fieles seguidores se encontraba buenos
conocedores de la historia, sacerdotisas de la naturaleza, guardadoras de los
manuscritos, hombres barbudos, transmisores de sus ceremonias, así como un
resplandeciente coro de sacerdotisas vestales.
En el camino, a través de la Serranía de
Ronda, se hizo necesaria una parada en Benalauría, para aprovisionarnos de
víveres, Fátima soñaba que sería un lugar hermoso para desposar a unos jóvenes
enamorados. Allí encontramos una Alseide, que nos mostró el camino de la
fortaleza misteriosa, ya en un apacible lugar cercano, a dos leguas de nuestro
destino, siguiendo sus instrucciones, bordeamos un río colmado de naranjos y
tomamos el camino directo a nuestra ventura..
Ante la belleza de Fátima, el maestro de
ceremonias del lugar, quedó embelesado y ordenó a una Hamadríades que se
deslizara por la puerta del tiempo para hacer la llamada a la Diosa, ceremonia
que siempre dejaba admirado a todos los que teníamos la suerte de sentirlas
dentro de sus almas. Cuando la Hamadríades se deslizaba por las puertas del
tiempo, ante la invocación de las sacerdotisas, la Diosa hizo su presencia en
forma de dos Oréades, que abrieron las puertas de la fortaleza y nos guiaron
con dulzura en nuestro trayecto.
Al sobrepasar la puerta una música con
duende desgarraba lo más recóndito de nuestras entrañas, que nos llevó a una
historia representada por las habitantes del lugar, que relataba una gran
gesta, que dejaba olvidado el amor, aunque olvidar el amor no quisieran ni
pudieran olvidar.
Los estandartes y las banderas al
viento, la música de los tambores y trompetas al son del viento, al viento
nuestros corazones conmovidos cuando triunfó el amor, que hizo que Fátima se
transformara en ave, que inició el vuelo hacia el paisaje verde que buscaba la
puesta de sol. Había cesado su tristeza, Tanit la había convertido en
liberación.
Mientras tanto, pobre de mí, no podía
regresar a Granada, por temor a las consecuencias que pudiera traer al
enterarse el Sultán cruel la pérdida de su hermana, no obstante, por la visita
de unos viajeros, enviados por la Alseide de Benalauría, pudimos saber que tras
una conspiración fue mandado degollar por su sobrino, el nuevo sultán, que
mientras reinó trato que se olvidara el periodo de gobierno de tan cruel
sultán.
Pero ya mi corazón había sido cautivado
por esta tierra y cada día cruzó la puerta del tiempo, por los poderes delegado
por la gran sacerdotisa de Tanit, para relatar las aventuras de todos aquellos,
que de forma temeraria se atreven a introducirse a través de la mágica puerta
del tiempo.
Más información en su blog Andalucía y la Educación