Voy a confesarles un secreto solo a medias, porque no se pueden desvelar todos los datos, ya que faltaría a mi promesa, además por razones de seguridad.Me llegó la noticia que cerca de nuestra localidad, existe un agente del Ministerio del Tiempo, cual no fue mi sorpresa, es persona a la que conozco y no solo eso, sino que mantengo una excelente relación. Abusando de su amistad, le solicité que me trasladase al Tesorillo de Los Larios.
No sin muchas reticencias, accedió a mi solicitud, fijándome una fecha. El Jueves de Corpus de 1910. ¿Por qué esa fecha?, fue mi pregunta. Ese día la Marquesa de Marzales, celebró con toda la colonia de San Martin del Tesorillo su reciente marquesado, me respondió. Fue por aquel entonces cuando el rey Alfonso XIII, concedía el título de marquesa a María Josefa Fernández de Villavicencio y Crooke, convirtiéndose así en la primera marquesa de Marzales.
Doña María Josefa, amaba a Tesorillo y donde más a gusto se encontraba, era en su residencia de verano, la conocida hoy como Casita de Campo (de su estado actual mejor no hablar). Así que la flamante marquesa, tuvo a bien celebrar su título nobiliario con todos sus trabajadores y familias y eligió el jueves de Corpus. Como afirmaba el dicho, era uno de los tres jueves del año que lucían más que el sol.
Mi interlocutor el agente secreto del Ministerio, puso como condiciones que yo no podía saber dónde se ubicaba la puerta que nos trasladase a 1910. De esa manera me vendó fuertemente los ojos, me introdujo en su automóvil y estuvimos como veinte minutos circulando, en parte por caminos sin asfaltar y llenos de baches. Puedo asegurar que lo hicimos en círculo, se preguntarán cómo me percaté de ello. Simplemente porque en dos ocasiones, me llegó el fuerte hedor de un animal muerto.
De pronto me veo en plena Plaza, vestido según la época, con un cuaderno y un lápiz, mi cicerone portando una cámara de foto, una Sanderson Junior, fabricada con madera y latón. Haciéndonos pasar por periodistas, que estábamos haciendo un reportaje de la zona, para una publicación británica. Quedé sobrecogido, mire a la fachada de la iglesia, en relieve se observaba claramente 1883. Esa donde cincuenta años más tarde yo ejercería de monaguillo, donde en 1954 se casarían mis padres y muchas vivencias más.
Mi acompañante me recalcaba con énfasis, que tratara de no pensar en ello, so pena de terminar trastornado, traté de hacerle caso, aunque la cosa se hacía difícil.
En plena plaza y a la sombra de unos sauces llorones, habían instalado con lonas o algo parecido, una especie de cobertizos. Serian aproximadamente las diez cuarenta y cinco minutos, a las once estaba programada la misa de Corpus y posteriormente la solemne procesión.
Unas doscientas personas se agrupaban en torno a la entrada del templo, era evidente que esperaban la llegada de la señora marquesa, la benefactora y protagonista del evento.
A las once menos cinco minutos, acompañada de su dama de compañía, María Josefa, salía de la Casita de Campo, en la puerta le esperaba su carruaje, una calesa impecable. El cochero le abrió la puerta, ambas damas montaron. El carruaje tirado por un blanco corcel, emprendió por la Calle Real, la marcha a trote lento, hasta la misma puerta de la iglesia.
A la llegada, todos los varones, se destocaron las mujeres realizaron un gesto de pleitesía, flexionando ligeramente ambas piernas. Se oyeron vítores como “Viva nuestra marquesa “, “Viva doña María Josefa “
Una vez finalizada la santa misa, se dio paso a la procesión. Al son del himno nacional, interpretado por la banda de música del Gobierno Militar con sede en Algeciras. La sagrada forma salía a la calle. El recorrido transcurrió por la calle Las Torres, Larga, Plaza y regreso a la iglesia
A la marquesa además de su dama de compañía, le acompañaba don Félix Montalbán, administrador general, hombre culto y excelente músico y Martina Gómez Acebo, una señora oriunda de Cantabria, la cual había sido contratada como ama de leche, para que amamantase al marquesito como fue conocido el primer hijo de María Josefa.
Una vez finalizados los actos religiosos, vinieron los fastos. Se habían sacrificado varios cabritos traídos ex proceso desde el Cortijo la Virgen. Cocinados por el cocinero mayor Fernando Muñoz. El pinche de cocina Francisco Quirós un casareño, conocido como Pacurro, guisaba una gran paella su especialidad, un verdadero maestro en ese tipo de plato. Se sirvieron vinos, zarzaparrillas y bebidas varias. La banda de música bajo la dirección del sargento primero Rodrigo, interpretaba valses, tangos, mazurcas y sobre todo pasodobles.
La Señora departió con todos, interesándose de sus problemas, teniendo gestos cariñosos, cosa que fue de general agradecimiento.
Sobre las ocho de la tarde, la insigne dama decidió retirarse, no sin dar instrucciones a la banda que continuasen tocando hasta bien entrada la noche.
Fue entonces cuando mi amigo el agente del Ministerio, me indicó que nuestra visita había terminado. No si antes dirigirse a don Félix y proponerle que visto lo visto, esa fiesta podía repetirse todo los jueves de Corpus, dejando una pregunta muy maliciosa, con evidente doble intención.
-- ¿Don Félix, quien sabe, a lo mejor termina consolidándose como las Fiestas populares de Tesorillo?
Esta fue mi maravillosa e irrepetible experiencia del primer Corpus festivo de San Martín del Tesorillo.
Francisco Quirós “Pacurro”.