Querido presidente en funciones o disfunciones:
No te puedo felicitar porque me duele el alma. La otra noche, creyendo que te íbamos a botar, te vi en el balcón, alentado por un campo de alcachofas, y fuiste tú quien se puso a botar, y yo cerré los ojos y cerré las trompas de eustaquio, y no cerré las trompas de falopio porque mi cromosoma X, en el par 23 da XY y eso me imposibilita tener más trompas. Y todo en mí se cerró y no te oí y no te vi y no te sentí.
Y tú, ebrio (que no te lo reprocho pues yo estaría en tu lugar "ebriérrimo perdido"), balbuceando con la lengua inflamada en tu cavidad bucal, te lanzaste a darle un ósculo a los labios de tu querida esposa, y eso no es malo, pero esta vez te vi y esa visión me produjo monstruos y te imaginé ¡dios tuyo, cómo te imaginé! Te imaginaba encima mío babeando y empujando, empujando y empujando y empujando otra vez más. Y tú sin seguridad y yo sin lubricante...
Querido presidente en funciones o disfunciones, ya sé que me vas a dar por culo durante otros cuatro años más, pero no me babees en la espalda.
Artículo de opinión de Gonzalo Polo