Ahora, tras recibir la noticia del fallecimiento de Ángeles,
me vuelvo a lamentar de que, a pesar de mis insistentes propósitos, no
aprovechara mis últimas visitas a Jimena para saludarla y para expresarle mis
sentimientos de respeto, de gratitud y de admiración por los mensajes que me
trasmitió, hace ya más de medio siglo, con sus actitudes nobles y con sus
comportamientos coherentes. A pesar del tiempo transcurrido, mantengo vivo en mi memoria su perfil tan personal,
constituido por un conjunto de valores humanos que, sin necesidad de pronunciar
palabras, nos enviaba mensajes claros de bondad. Ángeles era una mujer buena
que, revestida de una paciente discreción, transmitía una contagiosa simpatía y
una exuberante capacidad de comunicación y creaba a su alrededor un clima de placidez y una atmósfera de
cordialidad. Observadora e intuitiva,
estaba convencida de que las palabras excesivas rompían los sueños o que,
cuando los explicamos demasiado, los misterios, se desvanecen.
Ángeles, que estaba permanentemente ilusionada y manifestaba unas insaciables ganas de vivir, constituía la ilustración de una verdad humana importante: que, para proteger la vida humana hemos de interiorizarla. Recuerdo que esta mujer sencilla, vigorosa y digna, estaba permanentemente ilusionada y manifestaba unas insaciables ganas de vivir. Su figura constituía la ilustración de una verdad importante: la existencia, para protegerla y para enriquecerla, hemos de interiorizarla. Por eso Ángeles, mujer sencilla y digna, guardaba las palabras para llevar la coherencia, la armonía y la ternura a sus tareas cotidianas y rutinarias, para ganarle la jugada a cada día y a cada mes. Comparto el dolor con sus familiares y amigos.Que descanse en paz.
Ángeles, que estaba permanentemente ilusionada y manifestaba unas insaciables ganas de vivir, constituía la ilustración de una verdad humana importante: que, para proteger la vida humana hemos de interiorizarla. Recuerdo que esta mujer sencilla, vigorosa y digna, estaba permanentemente ilusionada y manifestaba unas insaciables ganas de vivir. Su figura constituía la ilustración de una verdad importante: la existencia, para protegerla y para enriquecerla, hemos de interiorizarla. Por eso Ángeles, mujer sencilla y digna, guardaba las palabras para llevar la coherencia, la armonía y la ternura a sus tareas cotidianas y rutinarias, para ganarle la jugada a cada día y a cada mes. Comparto el dolor con sus familiares y amigos.Que descanse en paz.