HÉRCULES, EL ESTRECHO Y LA CORUÑA
Escribo desde un lugar desde el que diviso dos mares, dos continentes, tres territorios nacionales y cuatro fronteras. Este observatorio privilegiado del mundo no está en territorios lejanos, a miles de kilómetros de España. Está en la propia Península Ibérica, en el Campo de Gibraltar, a orillas del Estrecho. Del Estrecho de Hércules. Porque mi sino ha estado marcado por el “herculismo”: infancia, pubertad y gran parte de la juventud en la ciudad herculina, “la ciudad en la que nadie es forastero”. El resto de mi vida (ya no muy corta, ¡ay) a la orilla del Estrecho Hercúleo, tal como figura en muchos mapas medievales..
Esta doble vinculación biográfica al héroe mitológico trato de explicársela a mi nieta de cuatro años, que ya conoce la relación entre Hércules, las columnas, Gerión y la torre del faro más antiguo del mundo. En versión edulcorada, naturalmente, tolerada para menores de cinco años. De modo que mi nieta sabe muy bien que Hércules era un señor muy fuerte, muy fuerte, que tenía un amigo llamado Gerión a quien hacía mucho tiempo que no veía. Hércules vivía muy lejos, al otro extremo del Mar Mediterráneo. Gerión se había ido con su rebaño muy lejos, a orillas del “mar tenebroso”. Hércules cogió su barco y se dirigió por el “Mare Nostrum” en busca de su amigo. Al llegar a las columnas, Calpe (Gibraltar) y Abyla (Ceuta), se encontró con que el mar se acababa, no se comunicaba con el misterioso y tenebroso océano que se extendía al otro lado de las columnas. Era el final de la tierra, el “non plus ultra”. De modo que Hércules se agarró a las dos columnas y empujó muy fuerte, muy fuerte, la tierra se abrió y los dos mares se comunicaron. Este trabajo de Hércules fue tan importante que las dos columnas se incorporaron al escudo de Cádiz, de Andalucía y de España con la inscripción “plus ultra”. Porque ya no era el final, sino que ya el mar y la tierra se prolongaban más allá de las columnas.
Y pudo seguir la navegación en busca de Gerión, a quien encontró en el “finis térrae”, en la Península Ártabra. Para celebrar este encuentro, los dos amigos decidieron erigir una torre, un faro y una ciudad, a la que llamaron Coruña. Por eso el escudo de la Coruña es esta torre y este faro.
-Abuelo, la calavera y los huesos que están debajo de la torre, ¿qué significan?
Las impertinentes preguntas infantiles, de difícil contestación. Porque ¿cómo le explico a una niña de cuatro años la intención verdadera del viaje de Hércules, la muerte violenta de Gerión y el significado de calavera y tibias cruzadas?
El caso es que en mis dos territorios vitales se ha desatado la “torremanía”. En La Coruña con un torrente de actos y eventos varios destinados a la declaración como Monumento de la Humanidad de la UNESCO. En el Estrecho con un monumento (con inscripción en inglés) en el extremo sur del Peñón, la columna de Calpe. Al otro lado con dos colosales estatuas de Hércules a la entrada del puerto de Ceuta (Abyla, la otra columna). Y en la Bahía de Algeciras se están levantando dos enormes y emblemáticas torres gemelas, las Torres de Hércules, obra del arquitecto De la Hoz, que pretenden ser los edificios más altos de Andalucía. Precisamente estos días se ha celebrado el ecuador de la construcción, la mitad de los 126 metros que tendrá finalmente.
Quizá por tanta coincidencia biográfica un municipio de este Campo de Gibraltar tuvo la ocurrencia de nombrarme (a mí, un coruñés) como su Cronista Oficial en este territorio del Sur, hoy más herculino que nunca. Esta circunstancia y la apertura desde La Voz del faro abierto con este blog a la Galicia peregrina, a la Galicia Global, parece que me confiere algún tipo de obligación moral de colaboración. La asumiré enviando alguna crónica de y desde esta encrucijada del orbe, paso entre el primer y el tercer mundo, de este escenario plurifronterizo de múltiples episodios trascendentales de la historia de la humanidad y de España. Episodios en los que, por cierto, muchos gallegos tuvieron un protagonismo importante.
José Regueira Ramos
Desde el Campo de Gibraltar.
Hercules... por José Regueira
comentarios gestionados con
Disqus
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)