Los Talleres por la Paz por... Alberto Bullrich


Hola, colegas!
Os envío un escrito sobre los Talleres de la Paz... si lo leéis no tengo que agregar nada, salvo que ya soy un converso a lo que se ha estado haciendo en San Pablo y que he tardado en reconocer.
(En JimenaPulse he colgado un slide con las fotos que he sacado - incluyendo una de Bernardo en acción)
Un abrazo,
Alberto

¡Qué buen rollo!

La noche del sábado en San Pablo se convirtió, al menos para mí, en algo así como una revelación. Tardía, sí, pero una revelación.
Antes de seguir, confieso que los Talleres por la Paz de nuestro pueblo más cercano nunca me han llamado la atención, a pesar de ese nombre tan rimbombante que hasta ahora me ha parecido un tanto soberbio. Pero he tenido la oportunidad, una vez más, de equivocarme. Fue Gautama Buda, creo, que dijo que lo grande siempre comienza en pequeño. Y así es con los Talleres.
Por varias razones, entre ellas la dejadez, nunca he asistido a estos talleres que nacieron junto al Festival de Música de Jimena y que ahora se han independizado como corresponde. Pero el sábado, a insistencia de mi hijo y a regañadientes, estuve en la muestra de ‘final de curso’. ¡Y que bien lo pasé! (GRACIAS, Marcelo, por darme la ‘patada’ que me merecía.)
Supongo que no debería haberme sorprendido, pero la verdad es que el nivel de los niños de Cuba que salieron al escenario es altísimo ¡y eso que están a nivel ‘elemental’ en su país! Los nuestros, nuestros músicos, tuvieron la gran oportunidad no solo de aprender de ellos en cuanto a técnicas y demás, sino también en cuanto al buen rollo que traían de aquella isla tan lejana y tan cercana a la vez.
Me dieron un par de anécdotas.
El batería, Carlitos, no tiene instrumentos en su casa: practica con los palos sobre planchas de corcho y alguna cacerola - en San Pablo le daba por tocar lo que tuviera a su alcance, macetas, rejas, cualquier cosa. Ese pequeño genio se merece una batería suya propia - ¿le encontramos una entre todos? ¿Cómo se lo hacemos llegar a Cuba? Pongámonos a pensar, que entre todos, podemos.
La Niña del trombón tuvo un regalo de un tío suyo que vive en España: un trombón nuevo de paquete. Me puedo imaginar su cara cuando se enteró; dicen que estuvo llorando de alegría toda la noche…
En fin, gracias a esos 14 chicos (el mayor tiene 15 años), gracias por venir y alegrarnos tanto. Y enhorabuena a todo el equipo

28 de julio de 2008
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