Hola Ricardo: Al ver en Tio Jimeno publicada una foto de "Jimenatos en la Feria de Málaga", te hago llegar una instantánea sobre este mismo evento ferial en el que acompaño a un personaje que habiendo llegado hace escasos años a la capital malagueña para hacerse cargo de las obras del Metro, procedente de Euskadi donde era el director del Metro de Bilbao, se ha sabido granjear en su buen quehacer el reconocimiento unánime de la fuerzas políticas y sociales malacitanas que se lo vienen expresando públicamente estos días al tener que marcharse a Madrid donde ha sido nombrado por el ministro de Fomento, José Blanco, director general de la planificación estratégica de RENFE. Te acompaño, igualmente, el artículo que el pasado 27 de julio le dediqué en la Tribuna del diario Málaga Hoy de la cadena de Joly. Un fuerte abrazo para ti y mis saludos más cordiales a los numerosos lectores de Tio Jimeno.
Urkijo y la Feria de Málaga
Se hace cada día más dificultoso en esta sociedad despóticamente competidora -carente de nobles valores, profesionalidad y rigor, donde lo negativo y el desdoro venden mejor, y la coherencia brilla por su ausencia- que un personaje de la gestión pública levante en nuestra tierra avenencias favorables sin tener por ello que haber emprendido el camino irreversible hacia Parcemasa, haber hecho concesiones populistas a la galería o apostatar de su condición originaria no malagueña, en este caso para más inri euskalduna.
Eso es lo que está aconteciendo estos días con el director del metro de Málaga, Enrique Urkijo, pérdida irreparable pero con vida de esta Málaga indolente donde la res publicam está bajo el ras del excavado subsuelo metropolitano. Cargos institucionales, de la oposición, medios de prensa hablados y escritos, líderes vecinales.. están compartiendo la unanimidad de la valoración positiva al buen trabajo realizado, sumándose a los numerosos homenajes que en estos días se le vienen haciendo.
Increíble pero cierto, al que el propio Urkijo, con su sorna vasca de la margen izquierda de la ría, respondería: “¡jo, y tan solo por cumplir con la tarea por la que me pagan; no lo entiendo, chico!”.
Un proyecto crucial para Málaga, como es el metro y el tren del litoral, están detrás del acontecimiento. Una encomienda de gestión para un profesional que como director ha puesto su capacidad y profundo conocimiento en la materia para llevar a buenas estaciones lo que se le ha confiado. Y no solo eso, también movido por un compromiso de conciencia política y de servicio público a la colectividad que hunde sus raíces en la rebeldía juvenil de una generación ya veterana que antaño se creyó que podía cambiar el mundo de la noche a la mañana, y que pasó de pensar globalmente a actuar localmente. En su caso, con la movilidad sostenible en la urbe.
Su llegada a Málaga, hace ya tres años, estuvo llena de demoniciones y malos augurios para la ejecución del proyecto del metro, con un Ayuntamiento resignado al colapso circulatorio y al urbanismo de colmatación como rosario de ineludibles cargas que conlleva su concepción de lo que es el progreso. Prejuicios que no hacían fácil generar la seguridad de que se trataba de la actuación más trascendental por la que Málaga podía aspirar. Chinita a chinita, Urkijo fue montando la pieza del consenso sin que ninguna de las ruedas del invertebrado tejido político-asociativo de la ciudad chirriara. Diálogo, consenso, firme en las decisiones sin sometimiento a chantaje alguno, dando la cara ante lo que se pudiera mal decir, rumorear o ser publicado sin contrastación, fuera la fuente que se tratara. Así caminó forjando una imagen de respeto, eficacia y seriedad donde el sectarismo siempre estuvo ausente. Su privilegiada dependencia directa con la máxima autoridad de la consejería de Obras Públicas, obviando las interferencias de la inestabilidad y la subcultura instalada en los tejemanejes locales, le hizo ser intocable y gozar de la imprescindible confianza; factores todos ellos que están contribuyendo al buen éxito de una operación de gran complejidad técnica y social en su actual fase constructiva.
Aún resuenan en mi mente irresponsables declaraciones de altos dignatarios locales, incapaces de entender la importancia del metro, alertando a la población con la extrapolación del desgraciado accidente de la obra del Carmel de Barcelona, o auspiciando la recogida de firmas entre nuestra ciudadanía tendentes a retrasar las obras con el torpe camuflaje de someter a plebiscito aspectos técnicos del proyecto que solo a especialistas les puede incumbir. Con paciencia y muchas horas, Urkijo fue desmontando la mucha ignorancia pseudoideilogizada sobre la actuación (verbigracia: tuneladoras versus pantallas) así como la ilógica oposición y reticencia que en determinados ambientes de la Casona del Parque se generan cuando se trata de un proyecto, que aún contando con la participación del ayuntamiento, viene de la mano de la Junta. Hoy todas esas historias forman parte de un pasado afortunadamente superado.
Kike, para los amigos, se nos va, pero a Madrid y sin rumbo al cielo. Va a llevar, entre otras misiones, la coordinación con las comunidades autónomas de los trenes de cercanías así como la planificación de las futuras líneas en que se ha de seguir desarrollando el medio de transporte de viajeros que para ciertas distancias es primordial en nuestra era: el tren de alta velocidad. Y en esa cabeza de constancia bilbaína, seguro que se conservará encendida la llama de la Málaga que se enamoró y con la que se ha sentido tan a gusto como uno más de nuestro paisaje y paisanaje. Dice que perderá la calidad de vida que nos da la brisa marítima que nos envuelve. También nosotros lo echaremos de menos, pero estamos convencido que desde su despacho de Chamartín seguirá impulsando y completando el gran salto que Málaga necesita en materia ferroviaria, figurando entre sus prioridades: la continuidad de nuevas líneas de metro, su interconexión con nuestro área metropolitana así como el impulso y la prelación para ese tren de litoral que como primera fase ha de unir toda nuestra costa con el campo de Gibraltar. Y en su futura planificación, tampoco obviará el gran corredor atlántico-mediterráneo, sin olvidarse de los recursos humanos que van a ser necesarios y donde Málaga se ofrece ya para ser el centro formativo nacional de los ferroviarios del siglo XXI. ¡Eskerrik asko, Enrike!
Urkijo y la Feria de Málaga ... por J.Ignacio Trillo.
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