Mi odisea en el derrumbamiento de La Espléndida, por Ricardo Gómez Llaves


Este artículo fue publicado por TioJimeno Digital el 20 de Abril de 2007. Fue escrito por Ricardo Gómez Llaves, padre de Ricardo Gómez, sólo dos días después del hundimiento de la plaza de toros portátil de Jimena el 17 de Agosto de 1961, hoy hace 50 años.
Al mediodía compré dos entradas de tendido de sol en casa de José Gómez Sánchez ( C/ José Antonio nº 1), una para Martín Castro y otra para mí a pesetas cuarenta y una.
A las cinco menos cuarto, y dado que Cristóbal Delgado Sánchez, el factor de ferrocarriles, no la había sacado, y ya en el pueblo no había entradas, nos fuimos hacia la plaza donde la adquirió.


Tuvimos que guardar una larga cola para entrar.
Ya en el graderío de La Esplendida nos acercamos a la barra divisoria de Sol y Sombra con el fin de que esta nos llegase lo más pronto posible.
Aquel sector se encontró en pocos minutos completamente abarrotado hasta el punto de que un individuo (Espejo), gateando desde el fondo, subió hasta nuestro lado y ante la imposibilidad de seguir allí, tuvo que bajarse de nuevo.
El personal situado a nuestra izquierda ya había empezado a empujar hacía nosotros y nos vimos obligados a desbordar la línea divisoria pasando de Sol a Sombra.
Desde el principio fueron ocurriendo incidentes.
Primero los discos y peleas, dado el elevado número de personal.
El rejoneador, pudo haber perdido la vida al caerse dos veces las jacas y cogerle el toro.
En el primero también fue cogido Pacheco con un puntazo en el muslo.
Vimos un segundo novillo en el que Corbacho hizo una buena faena que le valieron las dos orejas, rabo y pata.
Y en el tercer novillo, a los cinco minutos de salir, empezó la catástrofe.
La plaza empezó a derrumbarse por el sitio de la presidencia y músicos. Y fue, en ese mismo momento, cuando Pedro Corbacho, (que era uno de los de la Peña), gritaba,( en principio en tono de broma), levantado del asiento y con las manos en la cabeza : ¡”Mira, Mira aquella gente”!
Y fue solo cuestión de segundos ver como la plaza portátil, como si fuera un abanico, se iba abriendo y derribando al público de sus tendidos.
Ya en el suelo, y tras comprobar que no había sido herido, traté de incorporarme y al hacerlo topé con un tablón que me daba en la espalda y me lo impedía.
Salí como un loco de entre los hierros y tablas, llegué corriendo hasta la entrada al puente, donde vi a Enrique Oncala con una bota de vino. Se la pedí o quité y di un trago ya que tenía la garganta completamente seca, e incluso había pensado bajar a la charca del puente a remojarme.
Seguidamente emprendí carrera hacia el pueblo hasta ver y tranquilizar a los míos y volví a bajar a la carrera hasta el lugar de los hechos.
El toro, había sido agarrado por los miembros de la cuadrilla y matado a fuerza de estoconazos por todo el cuerpo.
El espectáculo era tan horrible que me es imposible describirlo.
Ayudé a la señora del Guardia Civil de la Escalereta que traía muy herida a una tal Ortiz.
Intentamos reanimar a dos ancianos que se encontraban muy magullados y no se podían valer por sí solos.
En el matadero, auxilié al traslado del niño muerto hacia el pueblo en una furgoneta de Vallecillo. Y en el coche del director del Banco fueron metidos a los familiares de este.
Me quedé allí un rato para regularizar la circulación de coches. Y ya en Jimena , nuevamente estuve ayudando a meter heridos en las ambulancias en la puerta de Corbacho y luego en Las Cuatro Esquinas, pues, estos heridos, una vez reconocidos se mandaban a Algeciras si les hacía falta radiología.
También acompañé a mi amigo Cayetano Lobillo a la consulta del Doctor Marina, ya que además de estar herido había recibido fuertes golpes y se encontraba mal.
En la puerta de la consulta del doctor Marina se concentraban largas colas de heridos. Hasta hoy, día 19, se conocen unos dos mil heridos y cuatro muertos.
Ha sido un verdadero milagro que e desastre no haya tenido caracteres de gran catástrofe.

TESTIMONIO DIRECTO : Ricardo Gómez Llaves. 19-08-1961


Nota de Tiojimeno : Este documento llevaba más de 45 años guardado en mi cajón, el tiempo que llevamos intentando cicatrizar esta herida de nuestra historia reciente.
Lo escribió mi padre dos días después de la tragedia.
¡Ojalá viviese para poder ir juntos a la corrida de la Feria Mayo 2007!

17 de agosto de 2011
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