Un poco de historia reciente y un éxito rotundo: la Escuela de Música de Jimena
Naciendo del maravilloso espectáculo que fue el Festival Internacional de Música, desde 2003 hasta 2008, la Escuela de Música de Jimena comenzó su andanza en el otoño de 2003 con solo dos profesores, que cubrían la música en general, además de enseñar violín, flauta dulce y piano. A pesar de la crisis, y severos recortes, la escuela sigue prosperando, ahora con cuatro profesores. Y sigue siendo quizás la oferta más económica en cuanto al aprendizaje de instrumentos, y sin subvenciones, en Europa.
El coste de las clases es aproximadamente una tercera parte de lo que costarían en otro lugar. Con una bonita mezcla de nacionalidades entre los alumnos, aunque preponderantemente españoles, las clases se dan en la Casa de la Cultura Leopoldo de Luis en Jimena, donde se hacen prácticas y ensayos los miércoles, jueves y viernes después del colegio, casi siempre a las 3.45.
Desde el 2007 hasta la fecha, la escuela ha crecido mucho más allá de las expectativas con las que comenzó. Ahora acuden unos 40 alumnos que aprenden una variedad de instrumentos -piano, violín, viola, violoncelo y flauta dulce. Se espera que este próximo año vuelvan a aumentar estos números una vez más. En un principio los instrumentos en sí se facilitan con un coste de alquiler muy asequible, y si el alumno muestra alguna promesa y quiere seguir el año próximo -casi todos así lo desean- se les anima a comprar el suyo propio.
En cualquier institución, la creación de un horario es siempre un problema, y la escuela no es ninguna excepción. Debe ser una persona muy valiente aquella que tiene en cuenta la importancia del fútbol en la cultura española - por lo que la mayoría de las clases se hacen alrededor de los partidos en los que los alumnos estén participando ese día - ¡y así debe ser!
La Orquesta de Niños, algo único
En esta parte de España, una orquesta de niños es algo inusual, por lo que se le da una importancia especial. En los conservatorios, los alumnos no suelen tener la oportunidad de tocar en una orquesta hasta llegar a un nivel bastante avanzado. En la Escuela de Música de Jimena, forman parte de la orquesta después del primer año de aprendizaje, en el que participan en un grupo de principiantes.
En la orquesta existe un encantador equilibrio entre la disciplina y la diversión, amén de un contenido musical bien pensado, lo que ha asegurado un buen número de conciertos de alto nivel, siempre bien recibidos no solo por la comunidad jimenata sino más lejos también.
La escuela utiliza la más importante de las instituciones inglesas, llamada The Associated Board of the Royal Schools of Music, reconocida mundialmente como la principal para jóvenes músicos.
Los profesores son experimentados músicos en cada una de sus especialidades y sus éxitos con la instrumentación de los más pequeños, así como con orquestas jóvenes han sido aclamados en todo el mundo.
Una buena parte del éxito de la escuela se debe al apoyo que siempre ha recibido desde el Ayuntamiento, de la Asociación Musical Coda y, claro está, de los propios padres de los alumnos, quienes saben reconocer las grandes dificultades de aprender un instrumento, especialmente de cuerda, y sin embargo también reconocen los beneficios de hacerlo.
Nosotros creemos que la música debería ser parte de la vida de toda persona joven. Aquellos que crean que es una faena ¡que lo piense otra vez! Aprender a tocar un instrumento es enormemente divertido y, al perseguir la excelencia en la actuación, se fortalece el carácter, se incrementa la confianza en si mismo y se alimenta la ambición.
Las investigaciones han descubierto reiteradamente que el estudio de un instrumento tiene como consecuencia mejoras en las áreas de Lenguaje y Matemáticas, además de servir como estímulo en otras áreas del aprendizaje.
Todo esto, sin embargo, es solo la punta del iceberg comparado con la calidad de vida que trae el tocar un instrumento musical. El apreciar la música y las artes nos guían hacia la apreciación de todas las cosas en la vida, y es una posesión que debemos atesorar.
Por David Higginbottom
Traducción de Alberto Bullrich