Inocente, inocente, por Rafael Fenoy


El 28 de diciembre dentro de la tradición española, y por tanto hispanoamericana, viene dedicándose a gastar “inocentadas”. No se conoce a ciencia cierta cómo se ha podido convertir la celebración eclesiástica de la matanza de los inocentes, en un tiempo de “bromas” más o menos molestas y algunas veces cargadas de “mala lecha”. En este día, la iglesia pretende rememorar hechos ciertamente trágicos, macabros y espeluznantes, como fue el asesinato en masa de todos los bebes entre 0 y 2 años del pueblo de Belén. Fue el rey Herodes el que mando hacerlo según se narra en evangelio de San Mateo, posiblemente por sentirse engañado por los reyes magos que no le comunicaron el lugar exacto donde nacería el “mesías”. Y como los sabios de oriente recordaron lo profetizado por Miqueas 5,2 , sobre Belén, pueblo del rey David, lugar donde vendría al mundo el Mesías, hizo un cálculo de fechas y pretendió garantizar su muerte mediante el terrible acto de dar muerte a todos los varones recién nacidos hasta los dos años de vida en ese pueblo. Sobre estos hechos hay abundantes escritos sobre su veracidad, historiadores de la época que no los citan, fechas que bailan, pero nos ocupamos hoy de por qué se produce este dislocamiento en la celebración del 28 de diciembre convertida en día lúdico, cuando debería ser una conmemoración luctuosa. ¿Cuál ha sido la trayectoria seguida por las costumbres populares para convertir este día que rememora estos sangrientos hechos, con las bromas y chanzas? No hemos podido encontrar referencias que permitan comprender tanto dislate. Más allá de la posible cara de “memo” que se le quedaría a Herodes, al sentirse posiblemente engañado, burlado, por los magos de oriente.

Lo cierto es que el pasado 28 de diciembre, como cada uno de los 28, anteriores, estábamos preparado la mayoría para recibir alguna “broma”, y una minoría se preparó para gastarla. La permisividad, socialmente aceptada, de gastar bromas hace posible trasladar alguna dosis de malos sentimientos mediante la “inocentada”, que busca siempre generar la burla, la chanza, la guasa, la mofa, la bufonada, obteniendo un divertimento a cuenta de ridiculizar de alguna forma al prójimo, que inocentemente fía y confía en que, quienes conoce o desconoce, no tienen la mala sangre de cachondearse de uno o una.

No obstante hay personas y personajes que esto del 28 de diciembre lo practican todos los días del año de forma que en el profundo convencimiento de que todas las personas son INOCENTES, ¡inocentes!, se quedan con el público, sin ningún remordimiento. Es más entienden que eso es lo que merecemos, por “ Jili..Inocentes”. Y no nos extraña lo más mínimos que nos cuenten mentira tras mentira, como si de un eterno 28 de diciembre se tratara. Quizás por eso cada vez somos más crédulos (No al contrario, que sería lo lógico) y a fuerza de inocencia nos creemos casi todo. ¿O no es así?. En la esperanza de que alguien nos salve, nos creemos las promesas electorales, nos creemos aquello de brotes verdes en 2010 (que ya ha pasado), los anuncios de la salida del túnel en 2011 (también ha pasado), los rayos de luz en 2012 (que se termina) y las buena venturas para el 2013, aunque, no debemos perder nuestra inocencia, ya que muy recientemente la encuesta de coyuntura semestral de ASSET (Asociación Española de Directivos de Empresas) revela que un 53% de los directivos afirman que la economía se recuperará entre 2014 y 2015. ¿Alguien da más?. ¡Callamos! No en vano Shakespeare escribió: El silencio de la pura inocencia persuade a menudo allí donde la elocuencia fracasa.

Fdo. Rafael Fenoy Rico Comunicación CGT Enseñanza.

31 de diciembre de 2012
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