El bienestar social constituye un objetivo y una promesa comunes a todos los programas electorales. Lo ofrecen tanto los partidos de izquierda como los de derecha o, mejor dicho, los de centro izquierda y los de centro derecha ya que, tanto unos como otros experimentan cierto pudor -temor electoral- de declararse defensores de colores nítidos.
Estos propósitos políticos son justos y estas reivindicaciones sociales son necesarias, pero mucho nos tememos que, si no los controlamos y no los administramos, el ansia de "bienestar" de la mayoría afortunada de ciudadanos se satisfaga a costa del "malestar" de algunas minorías desgraciadas. Si pretendemos ser justos y solidarios, hemos de repartir equitativamente los bienes y los males, los gozos y los dolores, las alegrías y las tristezas, las ganancias y las pérdidas, la salud y la enfermedad, el calor y el frío, las comodidades y las molestias, el llanto y la risa.
No podemos aceptar que, para que una ciudad esté más bella o para que un hogar esté más tranquilo, expulsemos o alejemos a los que afean el paisaje y a los que perturban la calma o, en otras palabras: no es justo que, para que unos pocos o unos muchos lo pasemos mejor, alejemos las molestias que nos causan, por ejemplo, los ancianos, los niños, los enfermos, los tontos, los pesados, los torpes, los raros, los locos, los cuentistas, los ignorantes, los maleducados, los nerviosos, los desordenados, los tranquilos, los orgullosos o los tímidos.
Si no controlamos la ganancia de dinero, la adquisición de los conocimientos, la acumulación del poder y el cultivo de la cultura, estaremos formando un hombre y construyendo un mundo inhumanos. Los profundos y rápidos cambios que experimentamos, las mejoras de las balanzas y el alza de los índices macroeconómicos, culturales e, incluso, sociales por sí solos nos llevan a una sociedad "asimétrica". Como afirma Gabriel Delgado, estaremos contribuyendo a que crezca la distancia entre los nuevos ricos y los nuevos pobres, entre los listos y los torpes, entre los sanos y los enfermos, entre los ganadores y los perdedores.