El Rincón de Contreras : Preferentes, el Engaño de Cajasol.


Foto: J.M. Contreras
Cuando han pasado dos años ya de la publicación de mi carta de mi caso con "las preferentes", con tó lo que ha llovio despues sobre esto , creo que convendría recordarla pa que vean que todavía no se me ha olvidado.Lo que siempre se ha dicho " que cada perrito se lambe su pijito".
MI DINERO YA NO ES MÍO 
EL ENGAÑO DE CAJASOL
YO, JUAN MANUEL CONTRERAS BENÍTEZ, EL NIÑO DE LAS TORRES,
Soy cliente de la Caja de Ahorros de Jerez, después Caja de San Fernando, más tarde Cajasol, hoy Banca Cívica, hace ya 50 años. Cuando tenía la oficina en la calle San Sebastián me saqué mi primera cartilla. Cuando tenía ahorradas 50 pesetas iba y me las apuntaban en número y letra con lápiz. Todo era a mano. Cuando pasó donde está ahora Cajasol o Banca Cívica, cuando se llamaba todavía Caja deAhorros de Jerez, puse un dinero a plazo fijo en el año 1992 por varios años con unos intereses muy buenos.

Lo cogió la caja San Fernando y el 24 de enero de 1994 recibo una carta en la cual se decía
que no me respetaban esos intereses, teniendo contrato y todo. Donde
digo “digo”, digo “Diego”. Ya por el año 1998 estuvieron
convenciéndome para un plan de pensiones. Yo no quería, pero cada vez
que iba a la Caja la misma conversación, diciéndome que me interesaba.
Caí en la trampa el 14 de diciembre de 1998. Puse 350.000 pesetas y
10.000 cada mes. Además, cuando tenía algún ahorro lo ingresaba
también en el plan de pensiones. Yo recibía cartas y no las abría. Lo
puedo demostrar porque aún las conservo sin abrir. Pero mira por dónde
abro una un día y veo que mi dinero se está esfumando. Hablo con los
empleados de la Caja y les digo: “Cuando yo pongo dinero no me decís
que esto está perdiendo y que no ponga más que las 10.000 pesetas
todos los meses, que esto va para abajo”.
Uno conoce a los empleados porque son de tu pueblo, de tu barrio, vecino o amigo, pero no fueron
capaces de decirme “no te arriesgues”. Uno no conoce el banco, conoce a sus empleados y uno confía.
Cuando cumplí la edad de jubilación, había perdido 500.000 pesetas. La fecha de jubilación, el 22 de junio de 2010, tenía que justificarlo, no valían los datos del contrato, ni los 50 años de cliente y mira si tienen datos, pero hasta que no llevé todos los papeles de la jubilación no se arregló.
Quise recoger el dinero pero el director, amigo, del barrio, vecino (también estuvimos
trabajando juntos), que es lo que pasa en todos los pueblos, que uno
no conoce el banco, conoce a sus empleados, me aconsejó que abriera
una cartilla nueva.
Yo quería recoger mi dinero y le dije varias veces que me lo ingresara en mi cuenta.
Me dijo: “Confía en mí, dispondrás
del dinero cuando quieras, sin penalización”.
Le dejé los 12.000 euros y a los 3 días fui y lo tenía todo preparado.
Un director, de mi barrio, de mi pueblo, vecino. Yo le dije: “Confío en ti. Yo lo que
quiero es que si pongo 1.000 pesetas, cuando venga estén las 1.000
pesetas. Los intereses me dan igual, con lo que he sufrido con el plan
de pensiones tengo bastante”. Le dije que me lo pusiera en una
cartilla. Todo de rosas. Además, le dije “trata bien a los clientes,
que cuando te jubiles hablen bien de ti, que para la Caja serás un
número”. Mientras estas sacando las castañas del fuego eres el mejor,
después no se acuerdan de ti. Lo sé por experiencia.

AHORA VIENE LO BUENO. 
Estando una tarde en el castillo, a mediados de
febrero, me dice un vecino que tiene una cuenta en Cajasol, Banca
Cívica y no le dan el dinero, y que todo son pérdidas. También fueron
a su casa varias tardes para convencerlo y puso 30.000 euros y se lo
pusieron en participaciones preferentes. Me vine a mi casa, cogí la
cartilla y en la primera hoja pone “preferente” y dije “otra vez en la
misma trampa”. El hombre tropieza siempre dos veces en la misma
piedra. Aquella mañana voy a Cajasol, Banca Cívica, y le dije al
director, que ya no es el mismo: “Cuando puse este dinero le dije al
anterior director que si ponía 1.000 pesetas, cuando fuera a
recogerlas quería que fueran 1.000 pesetas”. Él me contestó: “No te
preocupes, esto está garantizado”. Pero yo no sabía dónde habían
metido el dinero. Si me llegó información no lo sé, las cartas las
tengo por abrir. ¡Hombre, el director es de mi pueblo, del mismo
barrio y vecino, me va a engañar! Y a todos los afectados nos ha
pasado lo mismo, porque uno no conoce y confía en el personal que
trabaja ahí. Todo lo que digo es cierto. Aquí han podido pasar dos
cosas: una, o el director sabía lo que hacía y vendió un producto a
quien no debía, aprovechándose del desconocimiento de sus clientes o,
dos, no sabía lo que hacía y era un ignorante de los productos que
vendía. Ninguna de las dos cosas tiene perdón. La primera, porque se
estaría aprovechando de una pobre gente que tenía sus ahorros en el
banco. Y la segunda, porque como empleado y es más, como director de
un banco tiene la obligación de conocer perfectamente lo que ofrece a
sus clientes. Los mayores lo que queremos es una cartilla donde poder
disponer de nuestro dinero si surge la necesidad. Como ya tenía la
mosca detrás de la oreja, me viene una carta y a los 10 minutos me
presento en Cajasol, Banca Cívica. Dicha carta explicaba que tenía
12.000 euros y que ahora sólo tengo 5.095,20 euros. Adjunto la carta
en una fotografía. Me dicen que no me preocupe, que toda va bien, por
buen camino, pero yo no lo veo claro. ¿Y la carta con los 5.095,20
euros, eso es buen camino? Lo que quiero es mi dinero, no les dan
información a los clientes, ni cuando tenía el plan de pensiones donde
metían el dinero, ni cuando lo metieron en las participaciones
preferentes. Todos queríamos una cartilla, es decir, un depósito a
plazo fijo y nos estafaron con las participaciones preferentes. Ahí
está la trampa. No nos fijamos más que en el dinero que pone cuando
nos dan la cartilla y no en la primera hoja con el encabezamiento “preferente”.
Antes se decía que con el cloro y el clero íbamos a quedar claro.
Claro vamos a quedar con los políticos y directivos de banca, con esos
sueldos tan elevados. Que metan ellos su dinero en los bancos, a ver
cómo lo negocian. Y nosotros, como se decía antiguamente, debajo del
ladrillo. En esta vida, para ahorrar un peseta, lo que hay que pasar.
Pero estoy pasando más de ver cómo se la llevan.
Y esto algunas personas mayores le va a costar la vida y a otras una
enfermedad o una depresión.
J.M. Contreras.

4 de marzo de 2014
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