En cien palabras ... Por Manuel Mata


El estoque, fino como una daga libanesa, entró hasta la empuñadura.
Las patas empezaron a retemblar; arcadas y borbotones de sangre rosácea manaron por la boca que el albero no conseguía empapar.
Entonces ocurrió lo increíble. El aprendiz de torero metió su cabeza a un palmo del testuz  y comenzó a gritar: ¡muere! ¡muere! ¡muere!. Puro paroxismo, delirium exacerbado. Los ojos fuera de las órbitas, las venas del cuello a punto de estallar, sangre salpicando mejillas y traje de luces: ¡muere! ¡muere! ¡muere!
El novillo se tumbó a la espera de que, al menos, el puntillero acertara a la primera.
(Nota de Tío Jimeno: Relato verídico. Ocurrió en La Línea el pasado sábado)
 Manuel Mata

22 de octubre de 2014
comentarios gestionados con Disqus

El Rincón de...

El Rincón de Contreras El Rincón de María El Rincón de Calvente El Rincón de Isidoro El Rincón de Gabriel El Rincón de Lupe El Rincón de Doncel El Rincón de Paqui
Comentarios recientes
TJD RECOMIENDA