NAZARET
El hijo del carpintero de Nazaret se fue a meditar a los arenales del desierto inhóspito. Tras 40 días de ayuno y abstracción se presentó ante los suyos hecho ya Dios y en lugar de enseñarles a fabricar herramientas manejables y útiles, se limitó a lo más fácil: redimirles de sus pecados.
Hoy, en asuntos de espiritualidad, aquellos pedregales mutaron al espacio interior -e íntimo- donde refugiarse del fulgor y el mundanal ruido: salir poco de casa, disfrutar un buen vino, aquel libro que merece ser leído, la música de Albinoni, regar las macetas, un paseo al atardecer….deliberar consigo mismo.