La Corrupción en los macacos ... por Rafael Fenoy


Por si había dudas sobre el conocido aserto “el poder corrompe”, la ciencia neurológica en colaboración con la etología, que estudia el comportamiento animal, abren un novedoso campo de investigación (3 Sep. EUROPA PRESS) que permite comprender como los comportamientos de liderazgo acaban modificando estructuras neuronales.

“El estatus social cambia el cerebro de los primates”, este es el titular de la noticia sobre un estudio realizado en la Universidad de Oxford, y publicado en ‘Plos Biology’. La investigadora Mary Ann Noonan, del Laboratorio de Decisión y Acción en la Universidad de Oxford, determinó la posición de 25 monos macacos en su jerarquía social y luego analizó los escáneres no invasivos de sus cerebros que se habían recogido como parte de otro programa de investigación en curso en la misma universidad.


Esta línea de investigación apunta al cómo se aprende desde edades tempranas la

importancia de la clase social y como las posiciones de poder en el grupo, influyen en el

acceso a alimentos y elección de parejas. La hipótesis de que el ejercicio del poder modifique

estructuras cerebrales, es ya una realidad en el ámbito científico, aunque en el saber popular

siempre se ha tenido la más que intuición de que el poder afecta al “coco”. Utilizamos,

por ejemplo, frases como “se le subió a la cabeza” o para testear la auténtica personalidad

de cualquiera utilizamos aquella otra que dice: “Si quieres saber cómo es Pedrillo, dale un

carguillo”, que por cierto de forma mucho más refinada formuló Pitaco de Mitilene en el año

650 antes de Cristo “Si queréis conocer a un hombre, revestidle de un gran poder”.

La ciencia parece estar en condiciones de ofrecer datos que ayuden a clarificar la

hipótesis antes formulada. La investigación antes reseñada ha puesto de manifiesto que

“cuanto más dominantes son (los macacos), más grandes son algunas regiones del cerebro,

mientras que si su posición social es más baja, son mayores otras áreas cerebrales”. Además

de la extensión (se califica como Hardware) también se manifiesta en la experimentación que

la forma de interactuar (Solfware) de las regiones cerebrales entre sí, se ajusta a un patrón

“que sugiere que el comportamiento exitoso en cada extremo de la escala social plantea

demandas especializadas al cerebro”. Al mismo tiempo esta investigación estudia como

la tendencia a detentar poder está condicionada fuertemente por el contexto donde vive el

“animal”. Desde la neurociencia es posible ir oteando como la permanencia del ejercicio del

poder genera conductas dominantes y modificaciones cerebrales que las retroalimentan.

Si se afirma que el poder corrompe ¿existirá la corrupción en los macacos?

Fdo. Rafael Fenoy Rico

8 de noviembre de 2014
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