Durante el concierto
el miedo escénico le ganó la partida -pudo más el pánico que la vanidad- Al día siguiente psicólogos y poetas nos explicaban el
síndrome y las causas.
Y recordé tantos
seres anónimos que no pueden hacer mutis por el foro: “perdónenme, no me encuentro bien”, porque todo su mundo se
derrumbaría irremisiblemente. Almas que sobreviven a la intemperie que dicta el
azar.
En sus vidas no hay
sitio para el desfallecimiento, la rendición o la melancolía. Así que cada
mañana, al clarear el día, suben al escenario que el Destino les asignó,
sonríen, y gritan…. ¡música maestro!