SIN OTRA OPORTUIDAD
Te vas. Te alejas. Me dejas. No nos despedimos siquiera. Ni un abrazo, ni un adiós. Es como un recuerdo, no vivido, que se esfuma entre mis dedos para mezclarse con el olvido.
Me das la espalda y te veo caminar, orgullosa, sin mirar hacia atrás. No hay despedidas, ni un "hasta pronto", o un "nos volveremos a ver", o simplemente un "adiós". No te despides de mí. Te llamo, e intento que razones, pero te vas sin dedicarme una última palabra. Te veo caminar segura, llevas la maleta con todos tus recuerdos dentro, los míos también te los llevas, a la fuerza, te los llevas, y no sé adónde. No hay despedidas, lo tengo que asimilar, mientras contemplo tu espalda que se aleja, que me deja; tu espalda a la que tanto me abrazaba, mientras sentía tu olor y tu respiración. Te llamo y no te vuelves, y sé que te vas para siempre, que no podré retenerte, que te pierdo, que me dejas, que me quedo solo, que ya no podré oírte, que no podré amarte. Y tengo que aceptarlo mientras te veo alejarte. Me cuesta creerlo, ¿por qué lo has decidido ahora?, ¿por qué tan de repente? Pero no me das explicaciones, simplemente te vas. No vuelves la cara en ningún momento para ver cómo estoy o lo que hago, para ver si corro detrás de ti para detenerte, para ver si también yo te doy la espalda y me encierro en casa para olvidarte. Pero no ves que te veo alejarte, con los ojos rebosantes de lágrimas; no ves que me abandonas sin explicarte.
Luís Alberto Fernández Piña
