De tradición popular nada.
Hace años el hijo
de una acaudalada familia del lugar murió corneado por un toro. Su madre
dispuso -y pagaba- que en conmemoración
de ese luctuoso suceso, cada año muriera un toro bravo al modo medieval.
Tortura y sadismo sin compasión, paroxismo colectivo, en la lenta agonía de un
animal lanceado de mala manera hasta caer muerto. “El Intermedio” sustituye los
lanceros por primates.
Hoy existe una ley contra el maltrato animal
que ni el alcalde (PSOE) ni el subdelegado del Gobierno en Valladolid (PP)
exigen su cumplimiento.
Esta barbarie desaparecerá sin duda, aunque
para Rompesuelas llegará tarde.
Manuel Mata.