Hoy, 20 de noviembre, se cumplen 40 años de la muerte de Franco, un general que hasta el último de sus días estuvo convencido de que Dios y la Historia le habían asignado una tarea: Salvar a España de sus enemigos.
Recuerdo que el día siguiente amaneció con una luz diferente que anunciaba un nuevo principio, un tiempo distinto y un paisaje sin caminos ya trazados.
La certeza real de que la esperanza entraba en nuestras vidas, que las endechas del viento dejaban de sonar.
Que no habría más sentencias de muerte.
Una cosa muy rara, desconocida para los que entonces teníamos 20 años.
Manuel Mata