Antiguas y Nuevas Religiones en las Escuelas... por Rafael Fenoy


“Cuando de religión se trata hay que andarse con pies de plomo”, me decía un anciano amigo sacerdote, que a base de vida religiosa comprendía el alcance de, no todo pero sí, de bastantes cosas. 

La fe y sobre todo la esperanza de muchas personas, buenas personas, está ligada al cumplimiento de promesas y peticiones a seres divinos o santos, a los que se invoca, mediante la oración, ayuda en situaciones críticas.
Estas personas en su creencia son dignas de respeto y a esta forma de vivir la religiosidad, aunque sólo sea por humanidad, no se le debe poner ni un pero. Pero cuando se hace referencia a la Religión como concepto, este aparece ante quien pretende analizarlo, muy, pero que muy amplio, ya que engloba relaciones de poder por el mero ejercicio de la intermediación entre lo divino y lo humano.
Y cuando en las Escuelas, además de las divinidades tradicionales, se introducen otras nuevas, con liturgias que rinden culto al dinero, a la fama, y hasta se hacen sacrificios humanos cotidianamente, la materia es digna de reflexión.
 La Real Academia Española (RAE) de la lengua, define a la Religión como: “Conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto.” Concreta igualmente el diccionario de la RAE que Religión natural, es aquella “descubierta por la sola razón y que funda las relaciones del hombre con la divinidad en la misma naturaleza de las cosas.”
 Sea como fuere el dinero se ha convertido en un nuevo dios al que se le rinde tributos y sacrificios de todo tipo, incluso las nuevas órdenes religiosas, las grandes compañías dedicadas al consumo de los más pequeños, infiltran en las escuelas sus dogmas para hacer de la infancia nuevas personas acólitas de su credo: Consume chocolate tal, refresco (sin que refresque nada) de cola, con millones de granos de azúcar (que aunque son dañinos, ¡aportan mucha energía para el “estudio o los deportes”!), comidas a base de carnes (eso dicen que llevan) tratadas con otros productos incomestibles, pastas precocinadas, batidos de todo tipo, zumos, ¡no, mejor néctar!, que dan “sabor”, “aromas” y generan dependencias consumistas. O las empresas de ropa y calzado con marcas a barullo…

Todo en nombre de las nuevas religiones que se instalan en las escuelas a través de los programas curriculares subvencionados, de las fiestas y actividades extraescolares, de las visitas a “sus instalaciones”…; en un rito iniciático que bendecido, por la “otrora” prestigiosa institución escolar, santifica el consumo en las mentes infantiles y prepara para hoy al consumidor que siempre será y que dejará, a lo largo de toda una vida, pingües beneficios en las bolsas de los ricos propietarios de las nuevas órdenes religiosas creadas por el capitalismo.

¡Ojo con los curriculums!

 Fdo Rafael Fenoy Rico

5 de noviembre de 2015
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