Leonardo Da Vinci sólo hizo en toda su vida cuatro retratos de mujer y yo tuve el honor de ser una de ellas como pueden ver en este óleo, pintado en 1.488, que mide poco más de 50 cms y que se conserva en el Museo Czartoryski de Cracovia (Polonia). Las otras tres fueron Ginebra de Benci, La Gioconda y la Belle Ferroniere.
Bueno, disculpen, no me he presentado. Soy Cecilia Gallerani, y conocí a Leonardo en Milán cuando ambos vivíamos en el palacio de Ludovico Sforza, duque de Milán, más conocido como “El Moro”. Yo tenía entonces diecisiete años, interpretaba música, escribía poesía; culta, bella y … amante del señor duque cuando éste me requería.
En el cuadro sostengo y acaricio un armiño representado con precisión y vivacidad. Se han dado numerosas interpretaciones a la presencia de este animal en el cuadro pues se asociaba con la aristocracia y Leonardo lo incluyó como símbolo de pureza por su pelo blanco y porque en aquella época el armiño representaba virtudes como el equilibrio, la inteligencia y la serenidad, de manera que intencionadamente estaría atribuyéndome esas virtudes. ¡Qué detalle !
Mi rostro es captado moviéndose mientras gira hacia la izquierda, reflejando así la preocupación que Leonardo tuvo toda su vida por la dinámica del movimiento. El retrato a tres cuartos de perfil fue una de sus muchas innovaciones haciéndome posar para la ocasión como si yo estuviera escuchando a alguien que está fuera del cuadro.
Y sí, también hay una imperceptible sonrisa en mis labios.
Da Vinci es considerado el paradigma del hombre universal, del sabio renacentista versado en todos los ámbitos del conocimiento humano aunque sus investigaciones científicas fueron, en gran medida, olvidadas y minusvaloradas por sus contemporáneos. En cambio su producción pictórica fue de inmediato reconocida como la de un maestro capaz de materializar el ideal de belleza.
Como el cuadro que “Tío Jimeno” les presenta esta semana….y perdón por la modestia, ja, ja, ja.
(Cecilia Gallerani)
Puedes ver el resto de artículos de la SERIE PINTURAS AQUI
Da Vinci es considerado el paradigma del hombre universal, del sabio renacentista versado en todos los ámbitos del conocimiento humano aunque sus investigaciones científicas fueron, en gran medida, olvidadas y minusvaloradas por sus contemporáneos. En cambio su producción pictórica fue de inmediato reconocida como la de un maestro capaz de materializar el ideal de belleza.
Como el cuadro que “Tío Jimeno” les presenta esta semana….y perdón por la modestia, ja, ja, ja.
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