De Corbyn a Sanders: la desesperación de los jóvenes, el ataque a las clases medias y la pobreza de millones de ciudadanos en el primer mundo está alimentando a ambos lados del Atlántico, la ascensión de nuevos movimientos de Cambio, desde Bernie Sanders hasta Jeremy Corbyn pasando por Podemos.
Los datos que hay detrás del triunfo de Bernie Sanders en Iowa y New Hamspire donde ha derrotado por 17 puntos en las primarias a Clinton. Entre los demócratas de Iowa de 17 a 29 años, el 84% optó por este improbable icono juvenil; entre los de 30 a 44 años, Sanders aún se quedó 21 puntos por encima de Hillary Clinton. Fueron los estadounidenses mayores quienes acudieron en masa a Clinton: casi siete de cada diez de los mayores de 65 años. Se vio a las generaciones separadas por un abismo político.
He aquí un fenómeno que está lejos de limitarse a Estados Unidos. Es una historia de jóvenes que afrontan un presente y un futuro definido por la inseguridad económica, a menudo aparentemente condenados a una vida peor que la de sus padres. Se sienten con frecuencia no representados, ignorados, traicionados o totalmente atacados por la élite política. Y están ayudando a impulsar movimientos que van de Sanders a Podemos en España, de Syriza a Jeremy Corbyn.
Para los británicos jóvenes, pueden tener más influencia las consecuencias del colapso financiero y las profundas desigualdades que muestra claramente la sociedad. Es la caída de Lehman Brothers, para los jóvenes Estadounidenses. Las generaciones parecen vivir en planetas políticos diferentes. En cualquier caso, es la inseguridad económica lo que motiva el radicalismo joven actual. Cuarenta millones de estadounidenses están sumidos en deudas estudiantiles (por los préstamos que adquirieron para formarse), que contribuyen a reducir su calidad de vida y les dejan menos renta disponible para, por ejemplo, una hipoteca o un coche. La cifra de personas que poseen una casa a lo largo del Atlántico –el eje del "sueño americano"– está ahora en su nivel más bajo en casi cincuenta años. La recuperación económica es una abstracción para muchos jóvenes estadounidenses, que a menudo tienen trabajos inseguros y mal pagados con pocas perspectivas de subidas salariales o de la calidad de vida que creen merecer. Se podría hacer una foto similar en Reino Unido, por supuesto.
Las políticas del Gobierno han atacado desproporcionadamente a los más jóvenes: el castigo a las aspiraciones educativas triplicando las tasas a los estudiantes, el recorte de los servicios para la juventud, un salario mínimo que discrimina a los jóvenes. Ahí está el peligro. Al igual que otros países occidentales, la sociedad británica está envejeciendo, y los votantes mayores están optando con mayor decisión por los conservadores y, al mismo tiempo, acudiendo más a votar. Los movimientos políticos nuevos se enfrentan a una tarea formidable: motivar a los votantes jóvenes para que vayan más a las urnas y convencer de su causa a una parte significativa de los mayores. Un fracaso en ese objetivo sentenciará a esos movimientos. Pero la élite política convencional no debería darse por satisfecha. Parecen creer que pueden abandonar a los jóvenes sin sufrir ninguna consecuencia política. Puede que un día descubran que se les acabó la suerte.
Jose Cabrera