Nuestros Lectores Recomiendan : Así trajo el pueblo la Segunda República


Os envío este breve pasaje del libro 14 de Abril. Por si lo veis interesante de publicar.
Los detalles de esa movilización popular están narrados en dicho libro. Crónica del día en que España amaneció republicana, una obra del periodista y escritor Vicente Clavero, colaborador de Público.es, editada por Catarata, con prólogo del historiador Ángel Viñas y que próximamente se encontrará disponible en librerías. Reproducimos a continuación un pasaje del libro, correspondiente a las horas centrales de aquella jornada.
Abrazo, Salud y Republica.
Andrés Rebolledo.


La proclamación de la Segunda República, sólo dos días después del éxito de quienes la propugnaban en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, fue un logro del pueblo. Sin su empuje, sin su presencia masiva en las calles en as horas posteriores a aquellos comicios, los acontecimientos no se hubieran desarrollado, como mínimo, de una forma tan rápida y contundente.





Los detalles de esa movilización popular están narrados en 14 de abril. Crónica del día en que España amaneció republicana, una obra del periodista y escritor Vicente Clavero, colaborador de Público.es, editada por Catarata, con prólogo del historiador Ángel Viñas y que próximamente se encontrará disponible en librerías. Reproducimos a continuación un pasaje del libro, correspondiente a las horas centrales de aquella jornada.




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LA CASA DEL PUEBLO [de Madrid] era un hervidero de gente que acudía a recabar
información. El optimismo subió de tono a medida que se fueron recibiendo las

noticias que aludían a la proclamación de la República en Éibar, en algunos municipios

de Almería y en Oviedo, donde los concejales de la conjunción [republicano-socialista]

habían hecho ondear la bandera tricolor en el Ayuntamiento

con la ayuda de los bomberos.

La redacción de El Socialista, en Carranza 20, también estaba en plena

efervescencia. De provincias se reclamaban instrucciones vehementemente,

pues cada vez resultaba más difícil contener a los partidarios de que se procediera

sin pérdida de tiempo a la instauración del nuevo régimen. Por todo ello,

había despertado una enorme expectación la reunión conjunta de los comités

ejecutivos del PSOE y de la UGT convocada para las cuatro de la tarde en las

oficinas del periódico.

La reunión duró hora y media y, al terminar, [los dirigentes socialistas]

Largo Caballero y De los Ríos se marcharon a toda prisa hacia la casa de Maura,

aunque antes de hacerlo intentaron transmitir a los periodistas un mensaje de

serenidad. “Hoy la clase obrera tiene que demostrar más que nunca disciplina y

organización para dar pruebas de su capacidad”, manifestó De los Ríos. Largo

Caballero pidió que no se acatasen otras órdenes que las que emanaran de la

organización. Su temor a que la situación se les escapase de las manos era más

que evidente, y quedó corroborado en la nota que las dos ejecutivas facilitaron

sobre el contenido de la reunión.

Después de expresar su apoyo a la República y de recordar el papel desempeñado

por el PSOE y la UGT para posibilitar su advenimiento, el comunicado

advertía que ambos se opondrían con toda la energía que las circunstancias

demandaran a eventuales intentos de obstaculizar el normal desarrollo de los

acontecimientos. “En ningún caso se tomarán en consideración –añadía– las

sugerencias que pudieran deslizarse entre los afiliados [...] con el propósito de

crear desórdenes, que perjudicarían al régimen cuya principal defensa nos está

encomendada. Es necesario que esta República española nazca rodeada de los

máximos prestigios […]”.

Aquellas apelaciones a la calma no eran gratuitas, ya que seguía creciendo

la afluencia de público a las calles y los republicanos ignoraban cuál podía

ser el comportamiento de las fuerzas de orden público, pese a la promesa de [el

general] Sanjurjo de mantener embridada a la Guardia Civil [que dependía de

él]. Aunque desde por la mañana se habían formado grupos en distintos puntos

de la ciudad y particularmente en el centro, el ambiente comenzó a caldearse a

partir de las tres, cuando los empleados de Telégrafos se dedicaron a colgar

sacas rojas de Correos en las ventanas del Palacio de Comunicaciones, tras conocer

la proclamación de la República en Barcelona.

La noticia había sido acogida en la sala de aparatos entre aclamaciones

del personal, que paró durante media hora para celebrarlo. El jefe del centro y

el subdirector del Cuerpo no lograron retirar las sacas de las ventanas, pero sí

que se reanudara el trabajo transcurridos los primeros momentos de entusiasmo.

Eso no impidió que en torno a la fachada del Palacio de Comunicaciones

que da a la plaza de Cibeles se agruparan muchas personas que anhelaban saber

qué estaba pasando en otros puntos de España.

Para satisfacer su curiosidad, los jefes de servicio dispusieron que un

turno de seis funcionarios informase desde los balcones, mientras sus compa-

ñeros se afanaban en conseguir la normal expedición de los despachos. Esos

mismos telegrafistas protagonizaron a las cuatro y media uno de los hitos del

día al prender una bandera republicana en el mástil que coronaba el torreón del

edificio.

Aquello fue la señal que los madrileños parecían esperar para movilizarse

masivamente y dar el definitivo empujón a la Monarquía.

19 de octubre de 2015
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